Malestar en la Policía Local Capdepera: "La gente está quemada, nadie quiere venir a trabajar aquí"
Irene R Aguado | Mallorca, 09 de Abril de 2021 | 10:56h

La polémica está servida en Capdepera. El vídeo viral de una agresión a dos policías en Cala Rajada ha saltado a las portadas nacionales y ha circulado rápidamente por Internet. En las imágenes se ve como un enfrentamiento entre una patrulla y un grupo de personas acaba en una agresión y deja a uno de los policías malherido en el suelo, mientras los propios agresores le ayudan a subirse al coche policial.
Lo que parecía una agresión puntual o un día poco agradecido con los agentes, se está convirtiendo en un verdadero conflicto entre instituciones en Capdepera. El alcalde de la región, Rafel Fernández, ha acusado a la Guardia Civil de negociar con los agresores, miembros de un conflictivo clan gitano, para que se entregaran voluntariamente, por lo que ha roto la relación con el cuerpo y ha asegurado que la colaboración se limitará a la establecida por la Ley hasta que se aclare lo sucedido.
Lejos de acoger el gesto del alcalde, los agentes de la Policía Local de Capdepera han denunciado públicamente su descontento con el trato del Consistorio, hasta el punto de asegurar que lo sucedido "se veía venir" porque la plantilla "hace aguas". En solo cuatro meses, se han trasladado hasta 12 policías del cuerpo de Capdepera a otros ayuntamientos, un número que deja a la Policía Local bajo mínimos teniendo en cuenta la dimensión del municipio y de la plantilla original.
Y es que, pese a que la Policía Local de Capdepera solo tiene 23 agentes operativos, hace pocos años eran 56 policías. Sobre el drástico éxodo de policías hay varias perspectivas, pero ninguna es favorable. El resultado, mire por donde se mire, es una falta de efectivos policiales en el municipio, lo que provoca que sucesos como los de Cala Rajada se tengan que resolver bajo mínimos y pidiendo refuerzos a la Guardia Civil.
Una parte del cuerpo policial desentierra hechos que, a su modo de ver, desencadenaron el malestar entre los miembros de la plantilla y, como consecuencia, la decadencia en la institución. Se remontan tres años atrás, cuando Vicente Garriga tomó el mando como subinspector en la Policía Local de Capdepera.
Al parecer, su incorporación al servicio provocó malestar entre los agentes, que denunciaron que había irregularidades en su promoción. "Se produjo un reparto injusto del dinero público, Garriga no cumplía los requisitos para una promoción interna", explica uno de los policías. Sin embargo, las quejas no llegaron a ser efectivas y Garriga tuvo el control como Jefe de Policía durante, aproximadamente, un año, momento en el que los policías fechan el inicio de su declive.
Al cabo de un problemático año al mando, fue sustituido por el subinspector Joaquín Rodríguez. A pesar de que el cargo ya no lo ocupa Garriga, su sucesor no ha conseguido parar el incesante goteo de policías que piden el traslado a otros municipios.
Uno de los sindicalistas de la institución lo achaca a que la relación de los policías con el alcalde, Rafel Fernández, no es buena, pese a que haya tenido un gesto protector tras el reciente suceso en Cala Rajada. Sin embargo, el sindicalista alega que los agentes rechazan trasladarse a trabajar a Capdepera, y en las ocasiones en las que Fernández promete aumentar la plantilla —la última, hace poco, aseguró que contrataría a 16 policías— no le creen. En todo caso, uno de los policías tiene claro que sus compañeros "se van porque están cansados, quemados, hay malos rollos y encima está mal pagado. Nadie quiere venir a trabajar aquí. Pero es un tema más político que de la Jefatura", asevera.
"Los servicios mínimos no se cubren, hacemos horas extras cada día. Los efectivos no bastan", explica el afectado. "Y eso que estamos en pandemia, porque si esto fuera una temporada normal, sería un desastre. Lo que les pasó a nuestros compañeros, pasaría cada día", lamenta. Para él, el problema es una "cuestión de números" más urgente cada día que pasa, ya que las "precarias condiciones laborales", según el sindicalista, impiden realizar un buen trabajo. "La gente, por el mismo trabajo, se va a otro sitio cobrando más", explica el policía de Capdepera. Los policías de la Unidad Nocturna son los que cobran más, sumado a un plus de nocturnidad que se concedió justo cuando Garriga entró a esta división.
La situación es caldo de cultivo para provocar un estallido de quejas en la Policía Local. Sin embargo, las anomalías se siguieron sucediendo. Algunos policías incluso aseguran que en el cuerpo se ha llegado a presionar a los agentes que menos multas ponían.
Otro punto conflictivo se sitúa en la calle de Ses Roses, en el cuartel del municipio. Los agentes llevan cerca de 30 años trabajando hacinados bajo un techo de uralita en una nave industrial, poco preparado para la ocasión y en condiciones insalubres. "Encima, en verano te mueres de calor y en invierno de frío", asegura uno de los funcionarios. A pesar de las continuas promesas del alcalde, el cuartel nuevo que los policías esperan nunca llega: "Este alcalde miente mucho, nadie se lo cree", asegura uno de los policías desde el anonimato. "En todos los sitios quitan la uralita menos aquí, que parece que van a mantenerla hasta que todos enfermemos".
La situación llega a extremos que desesperan a estos trabajadores. Uno de ellos lleva dos años en el cuerpo como policía de prácticas, pese a que el máximo es un año. Aunque el afectado ha interpuesto una demanda, a día de hoy su contrato sigue sin ser de funcionario de carrera. Y es que, este Consistorio ha sido el único que ha alargado las prácticas de todos sus policías, bajo un motivo injusto según los propios agentes. De hecho, en el caso más extremo, este periodo de pruebas ni siquiera se ha terminado sobre el papel.
Con todo, parece que la situación en la Policía Local de Capdepera ha llegado a su límite. Ahora, el Consistorio tiene que mover ficha en un complicado panorama, con el cuerpo policial del municipio en juego y sin el apoyo de la Guardia Civil. Los sindicatos aseguran que si los policías se siguen marchando, la plantilla no podrá cubrir todo el municipio. Sin embargo, parece que la agresión en Cala Rajada ha servido para que los policías se rebelen y reivindiquen sus condiciones laborales.