Lucia Rivera confiesa que fue maltratada por sus exparejas: "Tenía moratones hasta en las orejas"
Redacción | 20/03/2023
Lucía Rivera, hija biológica de Blanca Romero y adoptiva de Cayetano Rivera, ha desvelado el desgarrador maltrato psicológico y físico que ha tenido que vivir por parte de sus dos primeras exparejas.
Lo cuenta en su libro 'Nada es lo que parece', una biografía que saldrá a la venta el 22 de marzo y que ya está dando mucho de lo que hablar.
El libro se compone de diferentes capítulos como 'Bullying', 'Vicios', 'Miedos', 'Fama', 'Acoso', 'Luz' y 'Reconstrucción', hecho que visibiliza de manera clara los temas de los que va a tratar la modelo.
Uno de los puntos que más ha llamado la atención es el maltrato que ha tenido que recibir y que hasta ahora no había mencionado en ninguna ocasión. De esta manera, ha "vaciado una mochila que pesaba toneladas".
Comenta que, su primera pareja le controlaba el teléfono, su forma de vestir y le le prohibía salir con sus amigas: "A medida que intentaba liberarme de esas cadenas, él las apretaba más. Se presentaba en la puerta de mi casa, aparecía gritando, buscaba a hombres dentro del armario pensando que le estaba engañando y me gritaba hasta que le daba el móvil y le dejaba revisarlo".
Una vez salió de esta relación detalla que, al adentrarse en la segunda, el abuso psicológico pasó a ser físico: "La primera vez ni siquiera la recuerdo bien, porque fueron muchas, cada vez más. Siempre lo excusaba achacándolo a que estaba drogado y entendí que esa era una manera normal de relacionarse, que yo sería capaz de hacerle cambiar, que la culpable era yo. Era la víctima perfecta, casi hecha a medida, una niña con muchos abusos interiorizados".
"Sus infidelidades, que no fueron pocas, consiguieron hacerme cada vez más pequeña y me llenaban de ira. Las peleas aumentaban con el paso de los meses", destaca.
Incluso, pone nombre a su maltratador: "Siempre defendí a Aitor a capa y espada. Recuerdo sus ojos, fuera de sus órbitas, ensangrentados con rabia, y el ceño fruncido mirándome fijamente mientras exclamaba todo tipo de amenazas y me agarraba el cuello contra la pared".
Rivera cuenta que los golpes eran tales, que tenía hasta "moratones en las orejas".
Finalmente, comenta que nunca decidió emprender acciones legales por el miedo a lo que le podía pasar: "Es jodidamente complicado recuperarte. Pero solamente salir de ahí te devuelve la vida que el maltratador te ha robado".