"Carta a las víctimas de mi condena"
Pablo Villena | Mallorca, 08 de Enero de 2023 | 13:36h

"Lo siento, de verdad que lo siento". Así comienza su escrito Rafael Puigrós, uno de los dos policías locales de Palma condenados tras ser denunciados por la ex agente y ex concejala de Justicia Social, Sonia Vivas, por vejaciones homófobas.
En la actualidad cumple una pena de tres años y cinco meses de cárcel por unos hechos que él asegura no haber cometido. El 29 de noviembre escribió una carta para sus familiares. Unos familiares que siempre le han brindado apoyo desde la distancia. "Ahora que se sabe la verdad, que todo era una mentira, una confabulación, me gustaría que nadie se olvidara de él", fueron las palabras que expresó su esposa Angy en un vídeo donde se presentaba presenta como "uno de los damnificados" o personas que han sufrido "daño colateral por la instrucción de Penalva y Subirán".
"Creía en la justicia, pero visto lo visto poco puedo creer ya en ella", expresó Puigrós en una entrevista para Crónica Balear cuando salieron a la luz los hechos, donde afirmaba que había sido condenado por un "trato homófobo inexistente".
"CARTA A LAS VÍCTIMAS DE MI CONDENA"
“Lo siento, de verdad que lo siento. Me educaron así. A mis hermanos, Pedro, Lita, Queta, gracias por estar siempre ahí. ¡Sois la envidia de muchos, y así me consta! No me olvido de ti, Ramón; ni de ti, Alberto. Me enorgullece ser vuestro hermano.
A mi esposa, mujer, compañera y mi amiga, la roca que me da fuerza para aguantar este infierno. Me da tranquilidad el saber que harás de padre y madre en mi ausencia forzada. Gracias Angie.
A mis hijos, Sergio, Daniel y Robert, que habéis tenido que asumir responsabilidades que no os correspondían a causa de esta situación injusta. Ya se que podía haber adoptado un perfil bajo, allanarme ante la justicia...pero habría sido incoherente con los valores que vuestra madre y yo hemos intentado inculcar en vosotros. Defensa de la verdad y la injusticia, aunque sea ejercida por ‘poderosos’.
Lealtad, valor y fuerza para defender estos valores. Robert, siento no haber estado cerca de ti en esa edad difícil, pero me consta que todos habéis sumado.
A mis verdugos, deciros que, aunque fui dominado por mi ira y rabia, al haber sido capaces de anteponer vuestros intereses e ideología frente a la verdad, a la justicia y a los derechos (sí, eso que jurasteis defender y garantizar…) pensé en contribuir a un mundo mejor. Un mundo librándome de vuestra mísera presencia.
Pasado el tiempo y apaciguadas mi ira y mi rabia, ahora que no podéis desde el ‘poder’ encerrar a nadie más (ningún inocente más), cuantos más años viváis, mejor.
Miraros al espejo cada día y observad vuestra vergüenza y mediocridad. Aprended que el fin no justifica los medios, os será difícil, lo sé.
Cuando dejéis este mundo, no esperéis de mí ni un recuerdo, ni una lágrima (aunque sea de alegría). Hace mucho tiempo que solo tenéis mi desprecio.
El tiempo pone a cada uno en su lugar. Ahora podréis estar en el lugar de una víctima, aunque sea a causa de vuestras tropelías. De esto último me alegro y doy gracias”