Una investigación destapa el horror de la caza con perros ‘a la española’

Redacción | 24/04/2023

AnimaNaturalis y CAS Internacional destapan la crudeza de la caza con perros en España, precisamente cuando el PSOE ha anunciado que no es una prioridad elaborar una legislación específica para los perros de caza al ya existir legislación autonómica, aunque se había comprometido para publicar ese reglamento en septiembre para justificar su exclusión de la ley de bienestar animal recientemente aprobada.

Las imágenes de la investigación proceden de 11 monterías en varias provincias de España, 1 criadero, 2 perreras de rehalas y una procesadora de carne de caza, todo ello documentado entre 2021 y 2023. Las imágenes muestran perros malheridos, apuñalamientos, animales de caza agonizando, cazadores suturando las heridas de sus perros sin supervisión veterinaria, e incluso el uso de medicamentos ilegales.

Se trata de la modalidad más característica de la península ibérica. En ella se utilizan rehalas de hasta 40 perros, para rastrear, acosar y dirigir a ciervos, jabalíes y otros animales hacia los puestos donde los cazadores esperan con sus rifles. Sólo en caza mayor, se abatieron 582.290 animales en 2020. Normalmente se celebran en cotos cerrados, a veces con alambre de espino, en los que las presas no tienen escapatoria.

Precisamente por la brutalidad que conlleva y la posibilidad de que sufran heridas y enfrentamientos con otros animales, el uso de perros en batidas en campo abierto está prohibido en la mayoría de estados de la UE. Aparte de España, sólo se pueden utilizar perros en las monterías en Portugal y Francia.

"La caza no es otra cosa que una actividad recreativa para gente que disfruta del sufrimiento ajeno", expresa Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. "A los perros se les obliga a convertirse en armas y se les deja de ver como seres que sienten y tienen necesidades. Esa falta de empatía nos sitúa a la cola de Europa en materia de bienestar animal", agrega.

AnimaNaturalis y CAS International han consultado numerosas fuentes oficiales para confirmar que no existe un registro oficial de perros utilizados en la caza, por lo que los datos sobre su cría y abandono -dos de los principales problemas que les atañen- son resultado de estimaciones obtenidas en colaboración con protectoras. La Fundación Affinity apunta a la caza como la segunda causa de abandono del país, y estima cerca de 22.000 perros desechados en 2021 por cazadores, un 13% del total.

La reciente exclusión de estos perros de la Ley de Protección Animal supone que podrían ser obviados también en el futuro registro estatal de animales de compañía, por lo que la falta de control en la cría y su protección seguirá siendo un problema soslayado por las administraciones en España.

CRIADEROS

Durante la investigación, se ha visitado un criadero en el que los materiales de los espacios estaban consumidos por el óxido, presentaban agujeros en las placas metálicas, hierros y aristas afiladas en sus espacios. Observaron agua en mal estado en los bebederos, trozos de pan duro directamente sobre los excrementos y el manejo poco cuidadoso de los cachorros.

Para que los perros cumplan su función dentro de la rehala, se buscan en ellos unas características específicas que suelen obtenerse mediante la cría de determinadas razas e individuos destacados.

Ese cruce selectivo favorece el desarrollo de enfermedades congénitas, pudiendo reducir considerablemente la esperanza de vida de los animales. La cría indiscriminada también incrementa los casos de abandono de camadas no deseadas.

Dentro de la rehala los perros pueden cumplir distintas funciones que persiguen prioritariamente tres fines: encontrar a las víctimas, obligarlas a moverse hacia los puestos y ser capaces de enfrentarse a ellas e inmovilizarlas.

Algunas de las razas más utilizadas son los podencos, el grifón o el sabueso por su olfato y velocidad; el alano español, el dogo argentino, el mastín y otros, por su fuerza, junto con una variedad de cruces.

Legalmente no se estipula una edad mínima a la que los cachorros pueden empezar a cazar por lo que tanto este, como el momento de su retirada, dependen del criterio de su propietario.

PERRERAS

En una investigación previa, ya se habían visitado cerca de una treintena de cheniles de caza donde los perros viven en condiciones insalubres, expuestos a las inclemencias meteorológicas, a menudo sin acceso a comida ni agua en buen estado y en espacios muy pequeños.

En el caso de las rehalas, sus propietarios pueden albergar más de medio centenar de animales en las perreras, ya sea separados unos de otros por jaulas, o bien en grandes naves encadenados al suelo o la pared.

No se puede saber el tiempo que pasan sin estar atados más allá del desarrollo de su actividad durante la temporada, ya que el Reglamento de Caza no concreta un límite en que sí pueden estarlo.

TRANSPORTE

Los perros pueden recorrer largas distancias en carretera cuando los rehaleros se desplazan entre provincias o comunidades. Si acuden a más de una montería seguida, los canes pasan la noche en los remolques y furgonetas.

El reglamento comunitario establece que el propietario de animales de compañía podrá ir acompañado como máximo de 5 animales salvo en determinadas excepciones, entre las que se incluye la participación en una actividad deportiva, que es precisamente la consideración que tiene legalmente esta modalidad de caza. Sobre este nuevo supuesto, no se concreta un número límite de perros que se pueden transportar.

Al abrirse los remolques, los perros saltan apresuradamente pisándose los unos a los otros y sobreexcitados. En cada uno, pueden ir más de treinta animales, a veces con las cadenas rodeándoles el cuello directamente sin collar, lo que podría provocar una desgracia en caso de colisión o accidente.

En este ámbito, la normativa estatal sólo precisa que los vehículos deberán estar correctamente matriculados, y que se deberá poder acreditar la desinfección del tráiler en las siguientes 48h a la carga de los perros. No establece tiempos de descanso por trayectos, la obligatoriedad de contar con suficiente agua o comida, ni ningún tipo de medida en relación con la ventilación.

LESIONES

Aunque para todos los perros participar en la montería conlleva riesgo, los considerados de "agarre" son los más expuestos al peligro, porque son los responsables de inmovilizar a los animales que persiguen.

Cuando un jabalí hiere a un perro, se dice en la jerga que se le ha “pinchado”. Hemos podido ver a algunos perros que llevaban chalecos protectores completamente agujereados por los colmillos de jabalíes. Algunos presentaban heridas muy profundas. En general, la mayoría de perros en las rehalas no llevaban chaleco ni estaban protegidos de ninguna manera.

Son los propios rehaleros quienes suturan las heridas de sus perros o las cierran con una grapadora durante la montería. También les administran inyecciones y medicamentos, pero en ningún momento estos procedimientos se dan bajo supervisión veterinaria. Durante la investigación, en una oportunidad no se les permitió grabar una curación con las cámaras. El rehalero alegó que estaba suministrando al perro un medicamento ilegal y prefería no tener registro de eso.

Cuando un perro queda herido, los rehaleros los atan a los árboles para que no les sigan, así ellos pueden continuar la cacería mientras los perros se recuperan o no empeoran la lesión. A veces los perros logran soltarse para seguir acompañando a los cazadores por el monte. En una ocasión, varios perros se encontraron con otro atado, solo y vulnerable... y le atacaron entre todos.

“Hemos visto animales que, por sus lesiones, han quedado impedidos para la caza. Otros con profundos cortes en el cuello, el costado perforado o el diafragma fuera. También tenemos constancia de que al menos tres perros murieron por deshidratación en una de las monterías, según anunciaron los propios rehaleros”, lamenta Gascón.

LOS PERROS DE CAZA EN ESPAÑA

Esta es la realidad de los perros en la caza. Ya en 2021, el Parlamento Europeo trasladó al Gobierno español y las 17 autonomías su preocupación por la precaria situación y falta de protección de estos animales. Sin embargo, lejos de escuchar esas recomendaciones, tanto la montería como la rehala son consideradas Bien de Interés Cultural (BIC) en Andalucía y Extremadura desde 2020 y 2022, respectivamente.

En la mayoría de CCAA los perros usados en caza están contemplados como animales de compañía, salvo en excepciones como Andalucía, donde estos entran en la categoría de animales de producción y son considerados “aprovechamientos cinegéticos”.

Las AnimaNaturalis y CAS denuncian que, en los hechos ninguna ley autonómica evita exponer a los perros usados para cazar a situaciones que puedan suponer un peligro para su integridad física o provocarles la muerte. Denuncian además que las leyes son demasiado laxas y que tampoco evitan que puedan pasar la mayor parte del tiempo encadenados o encerrados en jaulas al aire libre bajo inclemencias meteorológicas extremas.

A nivel nacional, las rehalas y perreras deportivas cuentan con la Ley 1/1970 de caza, que estipula que es necesario que los dueños de las rehalas estén en disposición de una licencia especial. Es el tipo de licencia C. La misma que autoriza a cazar con aves de cetrería y hurones. A pesar de esto, ningún organismo del Estado dispone del dato segregado de cazadores que utilizan perros.

"Es inaudito que España sea nuevamente la excepción de Europa en las prácticas más lesivas con los animales. Es urgente ponerle fin a modalidades como la montería y otras formas de caza extremadamente brutales y peligrosas", explica Gascón.

"Sinceramente, creemos que la caza es una actividad cruel e innecesaria, y debiéramos avanzar como sociedad a su eliminación total. El primer paso es acabar con sus expresiones más inhumanas, como es la montería", agrega.

El lobby de la caza ha influido en legislaciones que evitan a toda costa regular, controlar y limitar su actividad. Esta evidencia hace imperativo que las autoridades se hagan responsables de una mejora de las leyes de protección de los perros utilizados en la caza. Ya sea a nivel estatal o en cada Comunidad Autónoma, "toda reforma debiera contar con el asesoramiento de las organizaciones de protección animal y estar basada en argumentos científicos y no sólo razonamientos comerciales o mera tradición", explica Gascón.

Por otro lado, las licencias de caza presentaron en 2020 su cifra más baja de las dos últimas décadas, una tendencia descendente que no repunta desde 2010. Cabe destacar que el 85% del territorio español es de aprovechamiento cinegético -en La Rioja llega al 99%-.

El objetivo de nuestra investigación es denunciar el maltrato y sufrimiento sostenido y normalizado de los animales en la caza. Las situaciones específicas que se han registrado no son excepciones o negligencias, sino el estándar de esta práctica. "No es nuestra intención denunciar a cazadores o incluso criminalizar a las personas que aparecen en la investigación. Nuestra preocupación son los animales y estas imágenes buscan que las autoridades atiendan el problema urgente de su protección", agrega Gascón.

Tanto el bienestar como los derechos de los animales son cuestiones de interés público, por lo que consideramos que este trabajo debe servir para mantener vivo el debate y seguir avanzando en su defensa.

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Comentarios

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  • armagedon - 24 de Abril de 2023 a las 15:02
    la sociedad española es una coperativa de garrulos, mantenida con el dinero que se fabrica en bruselas y que el psoe-podemos reparten, hasta que lo repartan el pp-vox, sigue la degradacion humana, mientras tanto ganancias de garrulos de la publica y la privada
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  • Ido si. - 24 de Abril de 2023 a las 12:59
    Africa empieza en los Pirineos .
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