¿Por qué se ponen piedras en las vías del tren?

Redacción | 22/11/2023

Si alguna vez has observado detenidamente las vías férreas, seguramente habrás notado la presencia de una especie de alfombra de piedras que se extiende debajo de los trenes. Este aparente lecho de rocas no está ahí por casualidad ni por motivos estéticos; de hecho, desempeña un papel fundamental en el funcionamiento de todo el sistema de transporte ferroviario.

Los trenes de carga, que pueden transportar cargas de hasta 22,5 toneladas por eje, no son precisamente conocidos por llevar a cabo recorridos suaves y tranquilos. Durante sus trayectos, se enfrentan a diversas circunstancias desafiantes, como la expansión y contracción debida al calor, las vibraciones del terreno, las inclemencias climáticas e incluso el crecimiento de la vegetación a lo largo de las vías. Todos estos obstáculos deben ser abordados de manera efectiva.

Este escenario es lo que condujo a la utilización de piedras debajo de las vías del tren, conocidas como balasto, término avalado por la Real Academia Española. El balasto es un material compuesto principalmente por piedra triturada y grava, y su función principal radica en sostener y nivelar las vías férreas en el terreno, proporcionando estabilidad al tren.

El balasto no solo resulta esencial para garantizar un desplazamiento seguro de los trenes, sino que también cumple la función de absorber las vibraciones del suelo y reducir el ruido generado por el paso de los vagones sobre las vías. Su utilidad en las vías férreas es tan relevante que ha sido empleado durante casi dos siglos.

QUÉ ES EL BALASTO

El balasto consiste esencialmente en una capa de grava y piedra triturada, generalmente compuesta de granito o piedra caliza, materiales que se han demostrado ser resistentes y duraderos. Esta capa se coloca como una especie de colchón debajo de las vías férreas.

Una característica clave del balasto es que las piedras que lo componen no deben ser lisas como las que se encuentran en los ríos, sino rugosas y con bordes afilados, precisamente para evitar que se deslicen unas sobre otras y cumplan su función de impedir el desplazamiento de las vías.

Sin embargo, no se utiliza balasto en todos los tipos de trenes. Por ejemplo, en España, los trenes de alta velocidad, como el AVE, no utilizan balasto en absoluto; de hecho, está prohibido su uso en estas vías. Esto se debe a que en estos trenes existe un riesgo considerable de que una piedra se desprenda y salga despedida, lo que podría causar daños tanto en el tren como en otras estructuras, ya que estas piedras suelen tener un diámetro bastante considerable, en el rango de 4 a 15 centímetros.

Como alternativa al balasto, en estos casos se emplea el hormigón, que es más efectivo pero también considerablemente más costoso, lo que explica por qué no se utiliza en todas las vías férreas.

CÓMO SE INSTALA

El proceso de instalación del balasto implica los siguientes pasos: primero se retira el balasto antiguo, que puede ser destinado a su destrucción o reutilización; luego se realiza una inspección minuciosa del terreno para detectar cualquier defecto o irregularidad; a continuación, se coloca el nuevo balasto y se distribuye de manera uniforme sobre el suelo.

Para dispersar el balasto se utiliza maquinaria especializada, y posteriormente se compacta con una máquina de apisonamiento, una fase crítica del proceso que garantiza la compactación, estabilización y eliminación de posibles bolsas de aire, que podrían hacer que el balasto se desplace y dañe la vía.

En resumen, las piedras que se encuentran debajo de las vías del tren no son meros elementos decorativos, sino auténticos cimientos que sustentan el sistema ferroviario.

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