Día de la Salud Mental, en Baleares: "La sociedad vive con una carga de sufrimiento terrible"
El Teléfono de la Esperanza se alza en los casos más graves como salvavidas cuando la luz al final del túnel parece imposible
Marina J. Ramos | 10/10/2024
No encontrar sentido a la vida, estar abrumado por los problemas, sentirse solo, reconcomido por la culpa, perderse en una adicción o percibir hostil todo el entorno. Son solo algunos de los más habituales detonantes que impulsan cada día entorno a una decena de personas de media en Baleares a llamar al Teléfono de la Esperanza (971 46 11 12), una línea telefónica de prevención del suicidio.
Este jueves se celebra el Día de la Salud Mental, y aunque el término suene algo abstracto, lo cierto es que no podría ser una problemática más cercana. Si nos remitimos solo al ámbito autonómico, en las Islas se estima que casi la mitad de los habitantes (un 41,6%) tiene problemas de salud mental, según el último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud español. La ansiedad, el insomnio o la depresión son las patologías que más abundan y que, de no atenderse y solventarse, pueden acabar agravándose hacia rumiaciones, intentos o suicidios consumados. Prueba de la envergadura del problema y de su enorme calado social lo arrojan los datos: el suicidio fue en 2023 la principal causa de muerte no natural en el país. En España, 3.952 personas se quitaron la vida en 2023, un centenar en Baleares.
“La sociedad vive con una carga de sufrimiento terrible. Cuando llaman por teléfono nos vienen con los problemas actuales: imposibilidad de acceso a una vivienda, inestabilidad o precariedad laboral, maltrato, adicciones...Pero cuando vas al fondo, a lo que atraviesa todo, te encuentras con la soledad, la depresión, la ansiedad y la falta de sentido a la vida. Mucha gente se hunde al darse cuenta de que no sabe qué hace aquí. Es tan fuerte ese dolor que a muchos les impide ver los pasos para afrontar su problema y pierden el valor de la vida”, explica Lino Salas, portavoz de la sede del Teléfono de la Esperanza en Baleares.
Fue, destaca Salas, la pandemia y el consiguiente confinamiento, lo que hizo aflorar “el iceberg” de todos los problemas de salud mental que ya existían, involuntariamente escondidos y que se han multiplicado y agravado desde entonces. "Antes de la pandemia llamaban 3 personas de media al día en Baleares, ahora 13. Y si antes del covid en todo el año teníamos unas 40 de temática suicida, estamos hablando actualmente de 120, solo en las Islas".
El perfil de quien marca el Teléfono de la Esperanza es del todo heterogéneo. No son solo personas con tendencias suicidas, sino que también llaman desde mayores que adolecen de soledad, mujeres víctimas de maltrato que no ven por dónde salir, personas con adicciones o con crisis vitales, y también muchos jóvenes y menores. En 2023 llamaron 182 jóvenes de entre 16 y 25 años y 174 menores. "El acoso escolar y la soledad, fruto de vivir únicamente en la esfera digital es lo que más vemos".
"NO SOMOS SALVADORES"
Dos psiquiatras y tres psicólogos atienden en casos especiales en los que se requiere asistencia presencial en tres pequeñas consultas en la misma planta donde se ubica la sede, cerca de la Estación Intermodal de Palma, pero sobre todo orientan y forman a los 25 orientadores del Archipiélago. Son voluntarios, pero no todo el mundo es apto. No se trata solo de coger llamadas. Entre los que en cada convocatoria se presentan al curso formativo de un año en el que se les instruye para poder ayudar a personas que enfrentan tan duras situaciones, solo algunos pasan un filtro: “Una actitud que no es recomendable y que nos encontramos mucho es el perfil del salvador, gente que cuando le cuentan un problema intenta dar una solución. No. Nosotros no somos salvadores, no tenemos fórmulas mágicas para resolver el problema. No las tenemos. Es que no las hay”, expone Lino Salas.
La forma en que prestan su ayuda a quienes llaman es exponiendo al llamante a que se de cuenta de cuál es la verdadera dimensión de su problema, que haga un alto, reflexione y que actúe con la cabeza, no con los sentimientos de rabia, miedo o tristeza, sino que lo afronte racionalmente. “Y eso es lo que más cuesta”, apunta.
"El orientador le acoge, empatiza con el llamante y le transmite compasión, poniéndose en su lugar para salir de ahí. Cuando se da eso y la persona se da cuenta de que alguien le está escuchando, se pasa a hacerle preguntas para que por sí misma vea los problemas que tiene que confrontar”, detalla el portavoz balear, quien recalca que con este método los llamantes se percatan después de la cantidad de recursos de los que disponen. “Muchas veces, al estar estancados en el sufrimiento no ven que tienen familia, amigos o compañeros con los que pueden contar”. El Teléfono también sirve de enlace entre el público general y los recursos públicos disponibles, poniendo a los llamantes en conocimiento y contacto con las instituciones y distintos programas de ayuda.
SIN FINANCIACIÓN PÚBLICA
El Teléfono de la Esperanza es una fundación no lucrativa, que funciona desde hace 38 años en las Islas. Pese al gran operativo logístico y profesional que supone la misión que tienen por delante, viven a base de donaciones, mayoritariamente de hoteleros y empresarios baleares. “Me llaman y me dicen: '¿Cuánto hay que dar?”. A pesar de la importante labor social de la organización, y de las promesas por parte de la esfera política en volcar esfuerzos en la salud mental, desde 2020 hasta ahora solo han gozado de una rebaja en el IRPF como única ayuda pública, aunque “ahora estamos hablando y parece que hay buena voluntad”, dice esperanzado Lino Salas.