VÍDEO | La realidad de los okupas de la cárcel vieja de Palma: "No me puedo permitir pagar una casa"
Un equipo de Crónica Balear se adentra en la antigua prisión
Isaac Hernández | Mallorca, 05 de Mayo de 2025 | 11:29h
La antigua cárcel de Palma se ha convertido en estos últimos años en el escenario de numerosos apuñalamientos, incendios y altercados que han requerido de gran presencia policial. La situación ha llegado al límite y se prevé que el desalojo de los 400 okupas, que la han convertido en su vivienda, se efectúe en el mes de junio. No todos los que viven en lo que eran las instalaciones penitenciarias de la capital balear son delincuentes. Crónica Balear lo ha podido comprobar pasando una tarde con algunos de de ellos.
Aurora, que lleva tres años viviendo en la vieja prisión, nos recibe con una sonrisa y nos saluda con dos besos. Le colocamos el micrófono y comienza a explicarnos las causas que la llevaron a vivir en en estas condiciones. "Mi problema es la vivienda. No tengo vicios, no fumo ni me drogo, pero no me puedo permitir pagar una casa. Vivo aquí con mi marido. Nos instalamos en la cocina y la arreglé porque estaba todo negro y lleno de escombros", explica.
Esto a finales de junio no sabemos como acabará (refiriéndose al desalojo). Estamos preocupados porque, ¿dónde nos vamos? Yo no sé vivir en la calle. La policía viene constantemente a darnos papeles y aquí estamos...", cuenta Aurora, que afirma que ahora mismo hay 400 okupas. "En verano esta cifra baja bastante porque la gente va a la playa y monta tiendas de campaña".
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Con toda su amabilidad, nos enseña como ha organizado su espacio. "Hay un patio donde fregamos los platos y tenemos dos gallos". Al darnos la vuelta, nos señala una especie de trastero, "Aquí queríamos hacer una ducha, pero al final no se llegó a hacer, así que lo utilizamos para guardar las bicis". Justo al salir hay una silla. "Aquí en verano ponemos una mesita y cuatro sillas y estamos fresquitos".
Entrando en la cocina, desde el patio, hay un baño muy sencillo con únicamente un retrete. "Era todo escombros, lo limpié y quedó listo, así no tenemos que ir a hacer nuestras necesidades por ahí", concluye Aurora.
José Luis lleva siete meses viviendo en la cárcel vieja de Palma junto a su mujer. Hace poco ha encontrado un trabajo en la construcción y espera poder salir de esta situación lo antes posible. "Gracias a Dios he comenzado a trabajar en la obra, pero lo que queremos es una solución porque dentro de nada puede ser que nos echen. Aquí no se puede estar, cada día hay más problemas. Mi mujer lo pasa mal, yo también porque no nos podemos duchar, tenemos que ir al albergue a ducharnos y allí también hay problemas", lamenta.
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Adentrándonos en los pasillos donde se ubican las celdas, nos encontramos a Juan José, que asegura que la solución sería "poner unos alquileres dignos que mirasen más por los jóvenes. Hay que invertir y hacer pisos de protección oficial. Van a tirar la cárcel para hacer una rotonda y enterrar el dinero, cuando podrían reformarla".