Los vecinos de Son Forteza alzan la voz ante los okupas: "Da miedo salir a la calle"
Este domingo uno de los okupas apareció en el inmueble con una puñalada en el pecho
Marina J. Ramos | Mallorca, 29 de Octubre de 2024 | 07:16h

"Estamos hartos de salir a la calle con miedo". Tras el apuñalamiento de un hombre este domingo en una casa okupa del barrio de Son Forteza, en Palma, los vecinos alzan la voz ante los contantes altercados que llevan sufriendo los últimos meses. En pocas manzanas se aglutinan la casa okupa protagonista del suceso de la semana pasada, con 12 moradores de origen argelino, además de otro edificio completamente okupado por varias familias y un bar con clientes muy conflictivos. Pese a las múltiples denuncias presentadas por varios vecinos y las reuniones que han mantenido con la Policía Local, la Policía Nacional y representantes del Ayuntamiento, "todo sigue igual, como si nada", critican.
No lo dicen por decir. Se palpa el miedo al hablar con algunos residentes de la zona. Ninguno con los que Crónica Balear ha podido entrevistarse quiere mostrar su rostro o decir su nombre por temor a represalias por parte de los vecinos señalados. "Vimos la noticia del apuñalado del domingo y la verdad que ya nada nos extraña. Día sí día también tiene que venir la policía", asegura uno de los residentes, quien dice sufrir "una auténtica impotencia" por el poco o nulo apoyo que sienten por parte de las instituciones.
En el grupo de Whatsapp de la barriada, los vecinos van informando sucesivamente de distintos incidentes "para que el resto vaya con cuidado". "Han robado a unos jóvenes alemanes un móvil", "Uno de los okupas ha robado el bolso de un tirón a una mujer mayor que paseaba por la calle y se ha metido en la casa", son solo algunos de los mensajes que dan muestra de los constantes altercados.
LA CASA OKUPA CON UNA DECENA DE ARGELINOS
El barrio saltó al foco mediático este domingo, al aparecer en la casa okupada del número 3 del carrer de la Garlanda -una travesía de la calle Aragón- uno de los moradores con una puñalada en el pecho, tal y como informó en primicia Crónica Balear. El joven fue trasladado al hospital con pronóstico reservado. Numerosas patrullas policiales se personaron en el lugar para esclarecer los hechos y se toparon con una actitud un tanto agresiva y poco colaboradora por parte de los okupas. Pese a que estos insistieron a los agentes en que la pelea se había producido en otro lugar, la Policía Local sospecha que la agresión tuvo lugar en la casa okupada y entre los propios okupas.
"Hace dos años que está vacía, después de que la dueña falleciera", explica uno de los vecinos señalando la planta baja que tiene al lado de su edificio. "Desde entonces han ido yendo y viniendo varios grupos de okupas, pero ahora es cuando más hay, unos 12 argelinos", añade. Cuenta que el dueño derribó parte del techo para evitar que vivieran allí estos ilegales moradores, aunque el intento no ha funcionado.
Entre un agujero en la pared principal se puede observar cómo montones de escombros se acumulan en el recibidor del inmueble, donde, entre condiciones insalubres, se dispone un pasillo con acceso a varias habitaciones. Varios cables cuelgan de la fachada, en un presumible enganche ilegal a la red eléctrica. "Aquí puedes encontrar la mitad de los patinetes robados en Palma", afirma convencido un residente.
UN EDIFICIO OKUPADO DE FAMILIAS CON NIÑOS
A menos de 20 metros de la casa okupa, en la esquina entre la misma calle Garlanda y Caballero de Asphelt, se ubica otro edificio de dos plantas, okupado por varias familias con niños. Los cristales rotos de la puerta de entrada "son del granizo", recalca una mujer mientras lo fotografía Crónica Balear, mientras que, al oír esto, otro vecino se acerca después para desmentirla: "Fueron ellos. Trapichean con droga y ponen música hasta las tantas". Este segundo inmueble okupado también acumula varias denuncias de los vecinos del barrio.
BAR CONFLICTIVO
El tercer punto neurálgico de los altercados que sufren en el barrio de Son Forteza es un bar/restaurante de comida colombiana de la calle Llampúgol, a dos calles de distancia de la casa okupa. Sus clientes, según los vecinos, protagonizan peleas, gritos y fiestas a todo volumen de madrugada. Aseguran que muchos de ellos aparcan en los vados, impidiendo a algunos residentes salir a trabajar a primera hora de la mañana. Hace unos días un propietario de uno de los vados recriminó este comportamiento a uno de los clientes y al día siguiente amaneció el vado con heces humanas sobre la acera.
La impotencia y el desazón imperan en la barriada, cuyos residentes están "hartos" tanto de las acciones delictivas de unos como de la inacción por parte de las instituciones, que denuncian ahora ante la prensa. "Es un buen barrio, pero con gente conflictiva con la que ya no podemos más".