Un mallorquín denuncia la detención ilegal de dos familiares en la frontera alemana
Alba González | 05/06/2022

Coacciones, vejaciones e intimidaciones; eso es lo que denuncia una pareja residente en Mallorca sobre lo ocurrido a sus dos familiares, de tan sólo 21 años, sometidos a un infierno cuando iniciaban lo que, teóricamente, iban a ser unas vacaciones en la isla para ver a su hermana, a la que hacía casi tres años que no veían. F.T.P y J.R.M, dos jóvenes nicaragüenses, fueron deportados desde Alemania y aislados en México durante doce días sin poder comunicarse con su hermana y su cuñado, un joven sanitario mallorquín llamado Juan que nos cuenta en primera persona el calvario que vivieron tanto ellos como sus familiares.
Todo empezó como unas vacaciones normales, Juan…
Como las de cualquier otra persona, sí, pero además con mucho esfuerzo. Mi mujer y yo llevábamos mucho tiempo ahorrando para poder traer aquí de vacaciones a su hermano, al que hacía dos años y ocho meses que no veía en persona. Queríamos tenerles cerca, a principios de Mayo había sido su cumpleaños y quisimos regalarle doce días en Mallorca de vacaciones junto a nosotros. Como tiene sólo veintiún añitos y nunca había tenido oportunidad de cruzar el Atlántico, invitamos también a su cuñado, de la misma edad. Sólo he podido conocerles por videollamada y teníamos muchas ganas de tenerles aquí, por eso reunimos el dinero con gran esfuerzo.
¿Cuál era la ruta prevista?
El 9 de Mayo cogieron un vuelo desde Managua, el aeropuerto principal de Nicaragua, con la ruta que les preparó la propia agencia de viajes Servivuelo. Paraban en México, luego vuelo directo a Frankfurt y después Madrid y Mallorca; pero en el aeropuerto alemán comenzó el calvario, nada más pisar territorio europeo comenzaron los problemas.
¿Qué ocurrió en las aduanas alemanas?
Nada más verles con un pasaporte diferente, de color azul, sin siquiera abrirlo ni comprobar su vigencia, les cogieron a ellos dos y a otros siete ciudadanos nicaragüenses y les trasladaron a una sala aparte. Les retiran el pasaporte sin que hayan cometido delito alguno y les quitan el móvil, aunque allí se lo devolvieron luego para que pudieran avisarnos. Les dijeron que no podían entrar y que les mandaban de regreso.
¿Con qué argumentos se procedió a la deportación?
Yo todavía no me lo explico. Tiene que haber motivos racistas o discriminatorios de alguna manera. No tienen ninguna razón. Nos habíamos ocupado de que tuvieran todo lo necesario. Llevaban el dinero que se pide para entrar, 1000 euros en efectivo cada uno, incluso un poquito más que le habíamos dado al hermano de mi mujer por si tenía algún gasto extra. Tenían una reserva en un hotel del Arenal, donde vivimos, todo correcto. El pasaporte en regla, su billete de ida y vuelta, todo en su sitio. Es inexplicable.
¿No pudieron argumentar eso ante los policías alemanes?
No hubo nada que argumentar, no tuvieron oportunidad; no fueron tratados con respeto en ningún caso. Incluso les coaccionaron para que firmaran un documento que ni siquiera entendían ya que estaba en alemán. Literalmente les dijeron “Si no firmas, mucho problemo”. Imagina cómo se sentían en aquella sala tratados como delincuentes sin posibilidad alguna de hablar con nadie en su idioma; nunca habían salido de su país. A esa situación, súmale que se estuvieron riendo de ellos y menospreciándolos diciéndoles que venían de un país “deplorable” y que no era posible que tuvieran dinero para pasar unas vacaciones en Europa. Les dijeron que era imposible que ese dinero fuera suyo con los sueldos tan bajos que tienen en su país. Es una vergüenza.
¿Pudieron llamaros?
Sí, allí si conseguimos enterarnos de lo que les estaba pasando. Nos mandaron el documento ese que habían firmado y allí tampoco constaba ningún número de agente ni nada. Era todo muy raro. Nos contaron que a todos los demás les estaban quitando el dinero en efectivo que llevaban; nosotros empezamos a llamar como locos desde diferentes puntos (tengo un tío allí mismo en Alemania, desde aquí de Mallorca, otro familiar desde Canadá, otros desde Nicaragua). Fueron a los únicos a los que no les robaron y yo estoy seguro que fue por la presión que ejercimos durante esas dos horas.
¿Por qué sólo durante esas dos horas?
Porque sólo ahí tuvimos comunicación con ellos. Pasaron la noche sin móvil, encerrados, sin el pasaporte, sin comida y sin agua. A las doce de la noche cerró la sala fronteriza y ya no volvieron a cogernos el teléfono. Envíe millones de e-mails y traté de comunicarme con todas las embajadas posibles. Además, en ningún caso se me ofreció un intérprete y yo como ciudadano europeo tengo derecho a explicarme en un idioma que controle y no en inglés o en alemán. Hablé con medio mundo para pedir ayuda.
¿Crees que tenían alguna razón? ¿Les faltaba algún documento?
Ninguno. De hecho lo único que no llevaban es la carta de invitación, que sólo es necesaria cuando vas a hospedarles en tu casa pero en nuestro caso, como somos muchos en casa, no teníamos espacio y por eso reservamos el hotel. Además, nos contaron que esa noche lograron ver a un agente de fronteras que hablaba castellano y éste habló con los fronterizos; les dijo que todo estaba en regla y que no había problema alguno para que entrasen en Europa y España, pero cuando salió por la puerta hicieron caso omiso a lo que les había dicho. Fue una noche muy estresante y frustrante también para nosotros porque no podíamos ayudarles de ninguna manera. Por la mañana conseguí una intérprete para que hablara con ellos pero nos dijeron que no había nada que hacer, que no tenían todo lo legalmente necesario.
Y de ahí la cosa fue a peor…
Mucho peor. A las dos del mediodía del día 10, después de la noche encerrados en la sala, los meten en un avión y los llevan a México. No supimos nada de ellos hasta doce días después. Les detuvieron allí ilegalmente. Sólo les permitieron dos llamadas de dos minutos durante todo ese tiempo y llamaron a sus padres sólo para decirles que no estaban muertos. Fue muy duro para todos. Comían pan duro, les daban agua a duras penas y no tenían ningún tipo de intimidad para ir al baño. Nos contaron incluso que una de las chicas retenidas trató de ahorcarse por pura desesperación. Doce días privados de su libertad y tratados como delincuentes, es inadmisible, un atentado contra los derechos humanos.
¿Habéis recibido algún tipo de apoyo?
Nada. Algunos no podían hacer nada al no tener competencias pero al menos nos trataron de forma comprensiva. La gran mayoría no hicieron nada y encima nos trataron con desprecio. Hablé con embajadas, Amnistía Internacional, el Defensor del Pueblo Europeo, toqué todas las puertas que pude y no conseguí nada.
¿Y el dinero de los billetes?
Otro problema. La agencia de viajes Servivuelo se ha comportado de forma incompetente y no nos devuelve el dinero de los billetes. Tratamos de hablar con ellos, de buscar alternativas, intentar usar los pasajes para sacarles de allí o para que pudieran volver en otro momento; nada, nos dan largas, nos culpan de la situación de nuestros familiares e incluso llegaron a decir que “los nicaragüenses por Alemania no entran”. ¿Por qué les vendieron esos billetes, entonces? Tres mil euros tirados a la basura. Sé que no los recuperaremos pero que se entere todo el mundo de lo que han hecho.
¿Cómo crees que se hará justicia?
Desgraciadamente eso no va a pasar en el mundo en el que vivimos pero quiero que al menos se de a conocer lo sucedido. Sobre todo por la falta gravísima a los derechos humanos. Yo comprendo que te pueden decir que no entras en un país y aún si se equivocan, pueden explicarte un motivo oficial y con buenas palabras, pero tratarles así, coaccionarles, despreciarles, amenazarles, encerrarles aún sin haber cometido delito alguno, quitarles el pasaporte; eso no tiene ni tendrá nunca explicación. Que no le vuelva a suceder a nadie.
Mi cuñado y mi concuñado están bien, están recuperados, llegaron el día 22 a casa pero la experiencia de estos días les ha marcado. Ha sido una situación muy impactante pero espero que no pierdan las ganas de volver a intentarlo, de conocerme en persona y poder, por fin, ver a su hermana a la que tanto hace que no ven.