Penalva llamó extraoficialmente a la Audiencia para alertarle de las supuestas agresiones a "la madame"

Esther Ballesteros | 07/02/2020

El juez Manuel Penalva

El juez Manuel Penalva llamó extraoficialmente a la Audiencia Provincial de Palma tres días antes de que se celebrara una vista en la que el fiscal Miguel Ángel Subirán iba a aportar fotografías sobre las supuestas agresiones a una testigo protegida del caso y donde la defensa del empresario del ocio nocturno Bartolomé Cursach iba a exponer, a su vez, sus alegatos contra la situación de prisión provisional en la que se hallaba su cliente. Era el 10 de junio de 2017. Sábado.

Se trata de una llamada que salió a relucir con un "ya he hablado con los de la Audiencia" en los mensajes de whatsapp intercambiados entre Penalva, Subirán y varios agentes del grupo de Blanqueo de la Policía Nacional -y que se encuentran bajo investigación- y sobre la que ayer hizo mención el propio juez durante su declaración como investigado por las presuntas irregularidades cometidas al frente de la instrucción de la anterior causa.

En su comparecencia, desarrollada en dependencias del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB), Penalva reconoció haberse puesto en contacto aquel sábado con la Audiencia. Según su versión, lo hizo para trasladar al órgano judicial su preocupación ante las supuestas amenazas que estaban recibiendo los testigos del caso Cursach: "contacté con el presidente de la Audiencia, Jaime Tártalo [presidente, en realidad, de la Sección Primera] para ver qué podíamos hacer para acabar con este hostigamiento a los testigos".

Tres días después, el 13 de junio de 2017, tenía lugar en la Audiencia una vista a la que acudirían Subirán así como el abogado y fiscal en excedencia de la Audiencia Nacional Enrique Molina, defensor de Cursach. Durante la misma, el fiscal aportó diversas fotografías con las que quería demostrar la supuesta "agresión" y el "atentado contra la integridad" que había sufrido la testigo protegida 31 del caso, más conocida como "la madame", en cuyo testimonio los antiguos investigadores sustentaron buena parte de sus pesquisas.

Se trata de unos hechos que, sin embargo, desmonta la Policía Nacional en uno de los últimos atestados al aseverar que juez y fiscal dieron pábulo a unas agresiones a pesar de que nunca se habrían producido. La más “paradigmática”, precisa la Policía, es la que aseguraban que sufrió la testigo 31, en la puerta de su domicilio, a manos de dos sicarios enviados "por el entorno de Cursach".

“Una agresión esgrimida a partir de entonces en todo tipo de pruebas, escritos judiciales y medios de prensa” -subraya el atestado- y que fue relatada en su día durante el juicio celebrado contra Pedro Rosselló, sobrino de Cursach, por supuestas amenazas. “Una agresión" -incide la Policía- "que, a juicio de esta instrucción, ha podido demostrarse sin ningún género de dudas que no existió nunca”.

En su declaración, Penalva insistió, sin embargo, en las supuestas agresiones. Pero Subirán ofreció un apunte que llamó la atención de las partes presentes en la comparecencia al ser interpelado sobre la credibilidad que le merecía "la madame": "a mí sus relatos me parece que están entre la verdad y la novela", admitió.

Es más, al ser inquirido por el fiscal anticorrupción Tomás Herranz sobre si contactó con la testigo después de que las investigaciones echasen por tierra, en julio de 2017, las afirmaciones que había mantenido hasta entonces -aseguraba ser la madame en un burdel al que acudían altos cargos políticos a pesar de que aquél nunca existió y aportó una supuesta agenda en la que aseguraba que su socia Alicia hacía anotaciones a pesar de que ésta había fallecido hacía varios años-, Subirán aseguró que no volvió a hablar con ella. Pero entonces le mostraron varios mensajes de whatssapp que acreditaban lo contrario.

"Ánimo. Te queremos mucho y lo arreglaremos", le escribió Subirán a "la madame" el 20 de julio. Ante ello, el fiscal intentó defenderse. Según alegó Subirán para justificar este nuevo contacto, no se trata de una comunicación "formal" con la testigo sino una forma de tranquilizarla ante los datos que estaban saliendo a la luz y que desmontaban el relato alimentado hasta ese momento para apuntalar las tesis de Penalva y Subirán.

No en vano, también ese mismo día Penalva trasladó ánimos a la que había sido su principal testigo: "Ánimo, María José. Nosotros nos creemos lo de la agenda pero me da miedo que estos hijos de puta [en alusión a las defensas que habían cuestionado mediante diversos escritos la versión de "la madame"] consigan sembrar la duda sobre su autenticidad y a quien hay que convencer es al tribunal. Cuando quieras y puedas a ver cómo atamos los cabos sueltos para que no te dejen por mentirosa".

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