¿Adicción a la adrenalina en jóvenes?

Ana M Longo | 24/01/2020

La hormona epinefrina -conocida popularmente como adrenalina- es importante para que nuestro organismo funcione del modo correcto. Sin embargo, en altas cantidades puede traer serias consecuencias para adultos y jóvenes, entre ellas una adicción que puede sobrepasar los límites de la razón.

Las personas denominadas adictas a la adrenalina, insaciables en la realización de actividades peligrosas, se encuentran en una búsqueda constante de experiencias nuevas y arriesgadas en las que logren tener sensaciones que disparen su corazón y sus pulsaciones. ¿Qué les lleva a realizar determinadas conductas? ¿Qué buscan estas personas? ¿Qué falta en su vidas?

La adicción a la adrenalina de jóvenes en actividades peligrosas 

Hay adultos y jóvenes que buscan llegar a un límite y en muchas ocasiones lo encuentran de la peor forma posible e incluso lo exceden. Jóvenes que hacen puenting, salto base, parapente o rafting pueden informarse y buscar agencias responsables y consultar con profesionales. Otros forman grupos de amigos y buscan aventuras sin pensar en las consecuencias.

No hay personas que deseen morir practicando estas actividades, si bien es cierto que algunos las necesitan de un modo más frecuente en su vida y no para una ocasión puntual o por probarlo. Sea de un modo u otro hay que actuar de un modo responsable y no dejarse llevar. Las Administraciones, por su parte, deben velar por la seguridad de las personas controlando estos servicios que se ofertan libremente por Internet.

La adrenalina provoca que se incrementen las pulsaciones y el ritmo de la respiración. Las pupilas se dilatan y la capacidad de reacción se incrementa. Con estos y otros cambios en el cuerpo, la sensación es diferente, se está más alerta y se cree que todo es posible.

Los altos niveles de adrenalina logran rozar puntos donde la vida ya corre peligro y que destacan por un halo de explícita imprudencia si no se decide con cabeza y tranquilidad. Como en todo, la persona que decide practicar una actividad de riesgo busca un estado de ánimo óptimo, estar bien, sentir algo nuevo que le provoque placer. Liberadas las endorfinas se siente relajación.

¿Cómo son las personas adictas a la adrenalina?

Un joven cuya actividad se centra en la búsqueda continua de actividades que generen emoción, excitación y placer siente una fuerte necesidad de satisfacción. Cuando esto no es así se produce la frustración.

Cabe señalar el riesgo que supone que jóvenes busquen este tipo de actividades en empresas poco preparadas y personal no cualificado o inexperto. Hay empresas que venden actividades de riesgo como el puenting o el salto base y no están preparadas para afrontar una situación de accidente. Las negligencias en ese terreno deben afrontarse con máxima seriedad ante la responsabilidad que concurre. La legislación en este entorno debe fortalecerse.

Personas de este perfil, que buscan altos niveles de adrenalina, pueden tener un rendimiento deficiente en su trabajo o centro educativo y necesidad por suplir alguna carencia afectiva, un intento de desafío a la rutina o llenar algún hueco. Como adicción, la energía calma su ansiedad y ofrece una sensación de confort que en ese momento anhelan.

La adicción causa que no se pueda prescindir de algo

Cuando algo se vuelve una obsesión y se intenta reemplazar un problema con un riesgo para la vida lo más recomendable es buscar ayuda profesional. También es cierto que tanto adultos como jóvenes tienen necesidad de sentirse vivos y realizar actividades que les hagan felices pero con las condiciones de seguridad idóneas e intentando hacerlo de un modo controlado. No debe confundirse el valor y el atrevimiento con la inconsciencia.

Sin embargo, cuando se habla de actividad de riesgo es obvio que la vida también se pone en ese umbral. El estado de activación llega a resultar excitante para la persona. La familia, por el contrario,  sufre y se sobrecoge cada vez que llevan a cabo una de estas actividades.

Quienes defienden este tipo de acciones hablan del momento de después, el de recompensa. Si todos pudiésemos sentir la liberación de adrenalina sentiríamos placer. No obstante, el momento posterior se traduce en una respuesta más lenta. Ante un peligro los individuos se ponen -en mayor o menor medida- en alerta. El miedo segrega cortisol y paraliza e impide disfrutar el momento.

Adultos y jóvenes pierden la vida

Según Darío Barrio, conocido cocinero que falleció realizando salto base con paracaídas, las personas que realizan este tipo de deportes se proponen alcanzar objetivos, disfrutar, sentirse libres y salir de la monotonía. Algo que él añadió a su vida y que le reportó satisfacción a nivel personal.

Cuando se controla una situación, se disfruta de ella. Sin embargo en la adicción es difícil tener el mando. En la búsqueda de algo mejor se desconecta de la rutina y monotonía diaria, se liberan tensiones y se apartan las preocupaciones. Se ve el entorno de otro modo, el abrazo de la naturaleza reconforta y suma libertad.

Atrae la educación y el conocimiento del riesgo, las sensaciones extremas, el rechazo al aburrimiento y sedentarismo. Hoy en día se anhela lo que no se tiene, lo que parece inalcanzable y ni tan siquiera los golpes inesperados de la vida son suficientes.

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