El destete en la madre: el daño emocional

Ana M Longo | 27/12/2019

Resulta un hecho probado que la lactancia materna aporta beneficios a madre e hijo. Profesionales sanitarios y personas del entorno más próximo a la mujer recomiendan o hablan de las cualidades del amamantamiento. No obstante, llegado el momento del destete, en la madre ocurre un daño emocional para pocos tenido en consideración.

No obstante, ¿qué sucede después de los seis o doce meses recomendados por profesionales?, ¿por qué deja de apoyarse la lactancia materna o se critica a la madre? Se piensa erróneamente que comenzar el destete con un hijo es sencillo. Hay mucho desconocimiento y desinformación, sobre todo porque se obvian las necesidades de madre e hijo.

La lactancia y el destete de la madre

Dar pecho a un bebé o a un niño no solo le provee de alimento, sino también le nutre y completa emocionalmente. Los beneficios psicológicos para el hijo son infinitos y la conexión que logra con la madre es total. Cuando una mujer se queda embarazada toma diversas decisiones, una de las primeras si alimentará al niño con leche artificial mediante biberón o con el pecho.

La mujer piensa si desea una lactancia continuada, a demanda y sin el uso de tetinas, o lo que es lo mismo, sin ayuda en ese sentido de otras personas. En este caso amamantar a un hijo a demanda supone una dedicación total y sin horarios de la madre. Durante el tiempo que dure el proceso habrá momentos difíciles y extenuantes. Sin embargo, para una madre que desea dar pecho con todas sus consecuencias no es fácil pensar en el destete. Vislumbrar el final se le hace duro y triste.

El inicio de la lactancia puede no ser lo ideal que una se espera y no resulta improbable que surjan complicaciones o el proceso se torne algo más lento. El conocimiento y aprendizaje entre madre e hijo necesitan producirse en todos los sentidos y en este caso la ayuda de grupos de apoyo a la lactancia, de la matrona, de la familia y amigos será una postura muy alentadora. La madre debe sentir seguridad y confianza en sí misma y escuchar palabras de aliento ante el proceso.

La lactancia materna se convierte en la cuna del bebé o niño. Tras salir del vientre, el bebé se cobija en su madre, busca el calor, el olor de su piel y sentirse en intimidad con ella. Lo mismo seguirá haciéndolo pasados meses y años. En momentos de dolor, de pena, estrés o agobio buscará a su madre y en pocos segundos se sentirá reconfortado. Madre e hijo descubrirán una afectividad segura y permanente.

Miedos al llegar al destete 

No todas las madres afrontan el momento del destete del mismo modo. Hay diversos elementos que convergen. Un agarre al pecho instantáneo e indoloro dista mucho de un proceso más largo, con ayuda o donde hubo molestias. Existen casos en los que la madre pudo estar en casa con el bebé y delimitar sus tiempos, por el contrario tenía otros hijos y otras responsabilidades, el apoyo familiar…

Lo que sí resulta común en casi todas las madres es el miedo o la inseguridad inicial. En el caso de que no sea el hijo el que deje el pecho, la madre siente culpabilidad y angustia profundas. Se produce así un daño emocional en ella. El tiempo que una madre haya estado amamantando a su hijo ha sido muy especial e íntimo, algo que solamente ellos dos han sufrido, vivido y disfrutado.

El lazo entre ambos se vuelve indestructible y la relación mejora cada día. El hijo descubre que su madre lo ha dado todo de sí por él y se hablan con tan solo mirarse. Se conocen por el olor y se coordinan sus latidos cuando están tan cerca.

El destete puede producirse por diferentes temas: por trabajo de la madre, porque se sienta agotada o porque simplemente considera que ha llegado el momento. Eso es algo que se intuye y que generalmente si es un proceso paulatino y lleno de cariño y diálogo entre madre e hijo, produce los resultados deseados.

La madre no quiere que el hijo sufra y ella tampoco quiere pasar un mal momento o llegar al destete de un modo negativo tras una lactancia buena o deseada. Madre e hijo (seguramente uno más que el otro) serán quienes tomen la decisión, y como buen equipo que son, deben ayudarse en el camino. La madre abrazará al hijo cuando no acepte la situación y esperará el instante adecuado. Y el hijo consolará a la madre cuando él lo acepte y ella llore por nostalgia del pasado.

Gestionar el daño emocional

Con sentimientos de tristeza, duda, desolación, culpabilidad o miedo no hay que convivir. Es importante poder expresarlos y abrirse. La familia debe ser el enclave principal con quien ser una misma y exponer todo el malestar interno. Hay que permitirse llorar y flaquear un momento dado en el proceso final. Lo que nunca conviene hacer es obligarse y ser quien uno no es.

Tener confianza en una misma es importante y escuchar palabras de afecto, lo es más. Asistir a grupos de apoyo donde poder conversar con otras madres que también estén sufriendo y compartir experiencias en torno a la lactancia materna y el destete, ayudará a ver la situación desde otro ángulo.

La madre teme dejar de ser la buena madre que hacía feliz a su hijo dándole pecho, consolándole y protegiéndole. El pecho es el refugio del niño y por eso ella piensa que le está abandonando y él lo percibirá de un modo negativo. El gran temor de la madre es que el vínculo se rompa y que la relación cambie. La madre daba afecto a su hijo, sobre todo mediante el pecho, y si eso finaliza considera que el niño no sabrá cómo buscar su amor.

Lo que tiene que aprender la madre es a gestionar sus miedos. La madre ha hecho lo que ha considerado mejor para ella y su hijo y eso es encomiable. Una madre que durante un tiempo (el que sea), se entrega en su totalidad a su hijo no debe culpabilizarse. Cada etapa tiene su tiempo y mucho en la maternidad es intuición y corazón. La madre que actúa desde el corazón no se equivoca. El hijo que llega al destete no es un niño abandonado, simplemente pasa de nivel. Su amor ahora procederá de otras muestras y juntos pueden seguir compartiendo todo.

La madre debe armarse de valor y decir adiós, siempre teniendo en cuenta al niño. Es bueno hacer un diario de los días últimos de la lactancia y hacer fotos o vídeos de recuerdo. Incluso hoy en día pueden hacerse joyas con la leche materna, lo que se convertirá en un recuerdo inigualable. Lo mismo tener presente la fecha del último día de amamantamiento del hijo y hacer una fiesta de despedida.

Apoyo a la madre en el destete

En momentos de la maternidad, concretamente en la lactancia materna, la madre sentirá soledad y miedos. Nadie prepara a una mujer, de pecho o biberón, para hacer las cosas perfectas y a la primera. Sin embargo, desde el primer instante que una mujer se convierte en madre debe escuchar críticas de todo tipo e información diferente dependiendo del medio de procedencia. Todo eso puede causarle daño a nivel emocional y está débil para afrontarlo.

Hay mucha desinformación, pero se olvida que la maternidad, más la lactancia materna, es una tema en el que ella y su hijo deciden. En el embarazo al igual que en los primeros meses de vida del bebé, el entorno alaba la decisión de la madre en cuanto al hecho de optar por dar el pecho. Sin duda es algo muy bueno para el hijo, pero también para ella. Los primeros meses de amamantamiento son duros para los dos, pero llega un momento en que ambos encajan y todo fluye.

No puede forzarse a la madre a iniciar un destete que no desea. La fecha debe decidirla ella junto con el hijo. El fin de la lactancia materna es un proceso demasiado relevante que merece la importancia que tiene. No solo pueden concurrir problemas físicos, sino también un daño psicológico y emocional, si se hacen las cosas de un modo apresurado y poco meditado. El destete debe iniciarse con tranquilidad y desoyendo comentarios externos, incluso los de familia y amigos. Ellos no están en la piel de la madre y no deben condicionarla, porque eso puede causarle daños psicológicos posteriores a madre e hijo.

Es fácil hablar de los beneficios de la lactancia, pero añadir que debe durar un tiempo determinado. Profesionales de la salud hablan de dependencia del niño a la madre, de poca inseguridad en el niño y estabilidad emocional o de no proveerle de mecanismos para enfrentarse a situaciones solo. No obstante, no hay estudios que certifiquen estas informaciones, sí casos de niños amamantados por sus madres que tienen una seguridad férrea en ella y en sí mismos. Los niños que han tomado pecho, hasta la edad que sea, son niños sanos, felices y normales, como otros.

Lo que debe demandarse es más información al respecto de la lactancia materna y el destete. Pediatras y médicos deben tratar más el tema y hablar desde datos concretos que se les inculque en su carrera, para asesorar a madres primerizas que decidan dar pecho. Hay que recordar que al igual que una madre comienza el proceso con ilusión y dedicación, también quiere respeto y consideración. No es un tema baladí entregar el tiempo y toda la energía al ser amado y no tener la libertad total para decidir sin críticas y el valor que merece. Quienes alientan a la madre deben estar con ella hasta el final, hasta que ella y su hijo se sientan preparados para el destete.

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