“Vimos una chica salir del edificio, semidesnuda y desorientada, estaba pidiendo ayuda”

Alba González | 02/04/2019

El día a día en el barrio vive marcado, sobretodo en el último año, por el trasiego constante de entradas y salidas en el edificio situado en el número 31 de la calle Reyes Católicos, en Palma. Drogas, peleas, gritos, robos, abusos sexuales; el historial no deja de crecer en una zona en la que los vecinos ya no saben qué hacer para llamar la atención de la Administración.

La verja, reforzada por algunas telas raídas, oculta a las personas que viven en su interior. “Ahora la ves cerrada, pero hay días que está abierta de par en par y no deja de entrar y salir gente, se ha convertido en un foco de drogas, tanto a nivel distribución como consumo”, comenta un vecino.


Es difícil contabilizar ahora el número de personas que habitan en su interior, en algunas de las ventanas se protegen de las miradas ajenas con mesas y colchones apostados contra los huecos. “Evitamos pasar por delante del edificio, nunca sabes lo que te puede ocurrir, tengo miedo de que un día me caiga un mueble encima; es mejor cambiar de acera y no arriesgarse”, cuenta una vecina preocupada. De hecho, su preocupación va a más. Vive sola junto a su hija al lado del edificio “okupa”; la acompañamos hasta su balcón donde nos muestra como sus terrazas se solapan.

"Evitamos pasar por delante del edificio, nunca sabes lo que te puede ocurrir, tengo miedo de que un día me caiga un mueble encima; es mejor cambiar de acera y no arriesgarse". 

“No podemos dormir por las noches, tengo miedo de que salten y entren aquí, ya han forzado la barrera varias veces, podéis verlo vosotros mismos, han robado a varios de los vecinos de este bloque; las terrazas concuerdan unas con otras y es muy difícil protegerse de ellos”, explica. Los robos en viviendas se unen a los robos en vehículos y almacenes: “Rajan cristales y roban en el interior de los coches, se llevan las herramientas, cualquier cosa; les da igual saber que están robando a gente trabajadora”, cuentan varios vecinos frente al edificio. Dicen que el barrio ha cambiado mucho, más aún desde la llegada, el último año, de varios MENA (Menores Extranjeros No Acompañados): jóvenes que acaban en centros de acogida de los que se escapan. Muchos viven en el edificio y han protagonizado ya diversos incidentes.

El grave problema de los menores en situación de acogida

¿Qué es un MENA? Se trata de jóvenes que llegan a España provenientes, en su mayoría de Marruecos, Argelia y países del este. Llegan al país sin un adulto que se responsabilice de ellos y constituyen uno de los colectivos más vulnerables en las comunidades autónomas; donde, en en los últimos años, su número ha aumentado. La mayoría de ellos acaban ingresados en centros de menores. Salen de sus países de origen por causas diversas: pobreza, guerra o terribles situaciones de agresión o abusos; muchos de ellos tratan de buscar en Mallorca una alternativa a la vida de la que escapan, otros, acaban en la calle o delinquiendo. Algunos, marcados por una fuerte agresividad y ausencia de moralidad, acaban protagonizando episodios violentos, tanto en los centros como fuera.

El último susto de los vecinos ocurrió el pasado 26 de Marzo cuando uno de esos jóvenes cayó desde el tercer piso del edificio “okupado”. Las reacciones vecinales no se hicieron esperar, increparon al chico herido incluso mientras le atendían en la camilla que le llevó al hospital. Él contestó con actitud descarada enfrentándose a las cámaras que grababan su imagen. No era un desconocido por la policía; forma parte de un grupo de menores detenidos ya varias veces entre diciembre del 2018 y febrero de este año. Uno de ellos, clavó un tenedor en la mano de otro interno en el centro en el que ambos estaban internados, otro amenazó con cortarle el cuello a una de las trabajadoras del mismo centro. Los delitos, son diversos; llegando incluso al acoso sexual.

Los vecinos aterrados y en pie de guerra

El mes de enero marcó un punto de inflexión en el barrio. El incendio que obligó a desalojar a decenas de vecinos les dejó clavada la angustia en el cuerpo. A partir de ahí, se organizaron para recoger firmas y tratar de revertir los efectos que el edificio está ocasionando en el barrio. “Desde que ese edificio se embargó, ha habido “okupas” pero no eran tan problemáticos como estos; el Ayuntamiento lo tapió con unos tablones y durante un tiempo estuvo cerrado y sin inquilinos; de repente, “patada” y comenzaron a vivir estos nuevos grupos en su interior.” explica otro vecino. “Por las noches se oyen gritos y golpes, también algunas discusiones que acaban en mitad de la calle, podemos oír los insultos que se profieren unos a otros”, cuenta otro.

La mayoría de los vecinos con los que nos cruzamos, bajan la voz al hablar del tema. No quieren causar más conflictos pero viven desesperados con una realidad que les persigue día a día y que no tiene vistas de cambio. “Los robos se suceden día sí, día también, revientan puertas de coche para robar una radio, o incluso botes de pintura; roban lo que sea, les quitan las baterías a las motos aparcadas, hemos llegado a un punto que los vecinos tienen miedo de dejar sus cosas en cualquier lado, están arrasando con todo”, explica otro testimonio. “Vivimos muy asustados”, coinciden todos.

La amenaza de un conflicto sexual

Ahora la preocupación de los vecinos es aún mayor. En el edificio, han podido ver entrar a varios grupos de chicas, la mayoría, menores. “Vemos como entran niñas de 14 y 15 años, no sé qué hacen ahí, fuman droga y se esconden en el interior del edificio”, explica un vecino preocupado. No hace ni tres semanas del último capítulo tenso en el barrio. Ocurrió un sábado, a plena luz del día. Varias vecinas vieron a una joven salir del edificio confusa y desamparada: “La vimos salir del edificio, semidesnuda y desorientada, estaba pidiendo ayuda”, cuentan. Al parecer, mostraba signos de estar bajo los efectos de sustancias estupefacientes. Los vecinos tienen miedo de que se produzca una agresión sexual en el interior del edificio “okupa”, piden a gritos al Ayuntamiento que vuelva a vaciar y tapiar el bloque. “Parece que no han habido desgracias suficientes, si esperan un poco más, ocurrirá algo peor”, sentencian.

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