Un mallorquín se salva del tiroteo en Moscú: “nos hemos librado por minutos”

Esther Ballesteros | 20/12/2019

A apenas varios metros de distancia y en cuestión de escasos minutos, un mallorquín y su mujer se libraron del tiroteo registrado en la tarde de este jueves en pleno centro de Moscú.

“Destrozados y reventados de caminar”, habían decidido poner fin a una jornada de turismo por las calles de la ciudad. Para regresar a su hotel debían atravesar la Plaza Voróvskogo -en la que se produjeron los hechos-, pero su compañera comenzó a sentir hambre. Y cambiaron sus planes.

Así lo relata a Crónica Balear Francisco Míguez, responsable del servicio de emergencias de Playas de Muro, quien, junto a su esposa, Elizaveta, se encuentra durante estas semanas recorriendo Rusia. Estos días permanecen en Moscú.

“Cuando estábamos volviendo, a Liza le entró el apetito. Yo le proponía esperar a llegar al hotel para comer allí más tranquilos y descansados. Pero ella decía que no podía más”, narra Francisco.

Con la intención de comer "algo rápido", ambos decidieron entrar en una hamburguesería. “No habíamos visto nada raro, pero minutos después comenzaron a escucharse sirenas por todas partes y vimos que, de repente, había fuera un cúmulo enorme de gente”.

Se acababa de producir el último de los disparos registrados en las inmediaciones de la sede del Servicio Federal de Seguridad (antiguas dependencias de la KGB). Liza pensó que estaban cortando el tráfico con motivo de la conferencia de prensa anual de Vladímir Putin, un evento multitudinario con extremas medidas de seguridad.

Sin embargo, para el responsable de los socorristas algo no encajaba. “Empezaron a llegar numerosos vehículos militares, 4x4 con tremendos equipos de emergencias, ambulancias y efectivos de las unidades de Subsuelo de la Policía. El escándalo era brutal”.

Elizaveta, originaria de San Petersburgo, puso el foco de atención en los comentarios de los ciudadanos concentrados, junto a ellos, en la Plaza Voróvskogo. Fue en ese momento cuando escucharon que “la gente comenzaba a hablar de fallecidos. Estaban muy asustados”.

“En un primer momento se hablaba de tres tiradores, pero nadie sabía nada a ciencia cierta. En Rusia limpian mucho la información en Internet y parte de lo que sabíamos nos llegaba de lo que empezaban a publicar los medios internacionales”, asevera Míguez.

Nadie sabía nada sobre el tiroteo

Y prosigue: “nadie nos proporcionaba ningún dato. Los militares no hablaban. Ni siquiera les veías hacer un sólo gesto. Había muchas personas mayores que no entendían la situación y vecinos a quienes no dejaban salir a la calle".

Tras el cordón policial, Francisco, acostumbrado a las emergencias, permanecía impactado ante las dotaciones y el material empleados por los sanitarios.

Los equipos de seguridad procedieron a bloquear las calles dos kilómetros a la redonda. No podían moverse ni avanzar hacia el hotel, del que les separaban unos 200 metros. Antes de quedarse sin cobertura, el mallorquín llamó de inmediato a su hermana para tranquilizarla antes de que en España se comenzase a informar del tiroteo.

Al hablar con su cuñado, militar de profesión, y decirle que los hechos les habían sorprendido junto a una boca de metro, aquél les instó a retirarse de allí de inmediato. “Me dijo que no nos quedásemos en zonas en las que hubiese una gran afluencia de gente”.

El mallorquín y su mujer regresan al hotel

Cuando la situación comenzó a calmarse, empezaron a desandar el camino que habían tomado para regresar al hotel y, atravesando “calles y más calles”, se vieron obligados a recorrer a pie, en medio de la confusión, unos cuatro kilómetros para poder llegar al alojamiento y tranquilizarse.

"Por lo visto, el "colgao" que había provocado el tiroteo quería hacer daño a más gente", afirma el socorrista mallorquín. Según el Servicio General de Seguridad, un agente murió debido a los disparos recibidos en el ataque. Otros dos sufrieron “heridas muy graves”.

Más calmado, Míguez señala que aún les quedan varios días de viaje. Hasta el sábado permanecerán en Moscú para después poner rumbo a San Petersburgo y otras ciudades al norte de Rusia. Aunque marcados por el suceso, Francisco y Liza reflexionan e incluso dejan espacio a las ocurrencias: "Menos mal que regresábamos al hotel con hambre".

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