Penalva y Subirán denuncian que la difusión de sus whatsapps "afecta a su intimidad"
Esther Ballesteros | 10/09/2019
El juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán, ambos apartados de las investigaciones del caso Cursach, han presentado un escrito en el que denuncian que la difusión de determinados extractos de las conversaciones de whatsapp que mantuvieron con varios policías del grupo de Blanqueo "afectan directamente" a su intimidad, recriminando que la Policía Nacional, que investiga tales mensajes, no haya filtrado los chats antes de incorporarlos a sus informes.
“No filtrar previamente esos chats, de la forma como no lo han hecho los autores de los atestados, implicaría contribuir o incurrir en un delito contra la intimidad, como de hecho incurren los autores de los atestados”, asevera el letrado de Penalva y Subirán en un documento de siete páginas, fechado el 9 de septiembre y al que ha tenido acceso Crónica Balear.
Se trata de la primera vez en que ambos se pronuncian acerca del chat que los investigadores mantenían abierto y que evidenciaría la connivencia establecida entre ellos y los métodos supuestamente irregulares de los que habrían hecho uso mientras las pesquisas en torno a las actividades del empresario del ocio Bartolomé Cursach se encontraban en sus manos.
La representación procesal de juez y fiscal recrimina en su escrito que los extractos del chat incluidos en los informes policiales hayan sido “perfectamente destacados y reiterados” por los autores de los mismos y, sobre todo, asevera que tales conversaciones contienen cuestiones “de índole privada”, a pesar de tratarse de aspectos estrechamente vinculados a la instrucción del caso Cursach.
En concreto, el escrito alude a fragmentos como “la inspectora que lleve escote, que el Ico se ha enamorao”, “rubia, ponte escote”, “verás cuando se lo cuente a tu mujer”, “Subi, enséñanos la goma y el sacapuntas”, “mis gametos siempre han provocado expectación y mucho interés” o “¿hablas de mis gametos o de la rubia?”, todos ellos vertidos por los investigadores en el chat.
El tono de las conversaciones era "informal"
En su escrito, el abogado llega a apuntar que el tono de las conversaciones “en numerosísimas ocasiones” era “informal” y que las manifestaciones expresadas en los mensajes eran “puramente del momento”, sin que aquéllas obedecieran “a un querer”.
Es más, Penalva y Subirán minimizan la intencionalidad que sus conversaciones pudieran albergar en relación con el procedimiento judicial e incluso equiparan el tono empleado en los whatsapps con a los chats “que cualquier persona o comparte”.
En la actualidad, estos mensajes cruzados se encuentran bajo investigación y han sido analizados por la Policía Nacional en varios informes en los que apunta a la instrumentalización a la que Penalva, Subirán y los responsables de Blanqueo habrían sometido a determinados testigos así como a la alteración que habrían efectuado de las declaraciones de varios de los investigados con el objetivo de suplir la ausencia de pruebas sólidas con las que incriminarles.
Se oponen a la entrega de todos los whatsapps
Mediante este escrito, ambos se oponen, además, al recurso interpuesto por la defensa del que fuese número dos de Cursach, Bartolomé Sbert, con el que éste solicita tener acceso a la totalidad de whatsapps con los que la Policía Nacional ha trabajado para investigar la trama presuntamente urdida por los anteriores investigadores para construir a la carta sus pesquisas.
Precisamente, el abogado de Sbert presentó un escrito el pasado mes de mayo en el que reclamaba que el conocido como caso Whatsapps sea elevado al Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB) ante la “multiplicidad de delitos” en la que, asevera, tanto Penalva como Subirán habrían incurrido durante la instrucción del caso Cursach.
“Si bien éramos conscientes de que la instrucción estaba viciada de raíz, nunca hubiésemos imaginado el nivel degenerativo que ocultaba. Jamás”, llega a manifestar.
Recientemente, la Policía Nacional, en su último informe, apunta cómo el grupo de Blanqueo planificó, además, que los imputados de la causa “se vendieran” unos a otros con el objetivo de obtener incriminaciones. Mediante este sistema, los investigadores pretendían sustentar su relato de acusaciones y llegar hasta la cúspide política de la que, a su juicio, emanaban las órdenes de las actuaciones que investigaban.