La menor violada durante seis años por su padrastro: "Se suicidó consciente de que se iba directo a la cárcel"

Esther Ballesteros | 05/12/2021

Durante varios años, según su relato y el de la Fiscalía, su padrastro la sometió a constantes episodios de maltrato que fueron derivando en severos castigos y en el cercenamiento de todo vínculo familiar y social. Un día comenzaron los tocamientos y, poco después, las violaciones. Gabriela, quien ahora tiene 19 años, recuerda con absoluta minuciosidad la pesadilla en la que asegura que se vio envuelta desde que tenía ocho años, cuando su madre empezó a vivir en Marratxí con José Ricardo B.G., hasta que con catorce logró escapar de casa y buscar cobijo en la de su abuela. El pasado lunes debía comparecer en la Audiencia Provincial de Baleares para describir unos hechos por los que la Fiscalía reclamaba doce años de cárcel para el inculpado. Sin embargo, la vista no llegó a celebrarse: el acusado se había quitado la vida un día antes del juicio. Gabriela cree que su padrastro, de quien habla sin tapujos a lo largo de su entrevista con Crónica Balear, estaba seguro de que "se iba directo a la cárcel y por su orgullo no se lo podía permitir". La joven narra la espiral de abusos y malos tratos a la que se vio expuesta y cómo, en 2016, logró, aterrorizada, huir de su abusador.

¿Cómo empezó todo?

Cuando yo tenía seis o siete años mis padres se separaron. Ella se había enamorado de Ricardo y se fue a vivir con él. Al poco tiempo me llevaron a vivir con ellos. Los primeros dos años estuve distante, contestando mal y comportándome de forma agresiva porque no me gustaba como él actuaba con nosotros. Al principio es verdad que no había abusos, pero sí maltrato. No se denunció porque me dijeron que era más difícil de probar. Por ejemplo, antes, cuando no quería terminarme la comida, podía dejar de comer y eso a él no le gustó. Cuando un día me hizo comer de más y vomité, me hizo comerme mi propio vómito. Poco a poco fue derivando en castigos muy severos como los que antes se hacía a los niños pequeños de ponerles los brazos en cruz con los libros pesados encima y cara a la pared: yo estuve toda una tarde llorando cara a la pared. Eran cosas constantes en las que mi madre no intervenía pero también pasaba. Con ocho o nueve años me di cuenta de que esas cosas no iban a parar, de que nadie iba a venir a por mí, porque había más familia pero no podían acceder a mí y yo tampoco sabía si iban a querer hacerlo o no. Mi reacción fue, entonces, simplemente fingir ser una niña cariñosa, hacer exactamente lo que ellos quisieran que hiciera.

Hablas de tu madre como si ella en ningún momento se hubiera opuesto a lo que sucedía...

Es como que se supone que ella no sabía nada. Pero si realmente no sabía nada no entiendo, ahora que soy mayor y puedo pensar bien las cosas, cómo es posible que con once años cogiera y me mandara una semana a solas con él [con su padrastro] mientras él trabajaba en un hotel en Ibiza. Era obvio que él iba a estar todo el día trabajando y yo en la habitación y que para cuando él volviera iba a ser de noche.

¿Ya habían comenzado entonces los abusos?

Por entonces ya había abusos. Se iniciaron al poco tiempo de que me volviese dócil, por así decirlo, cuando dejé de poner resistencia porque me di cuenta de que, si me oponía, entonces los castigos eran más fuertes. Aunque realmente los castigos no pararon. No eran tan severos, pero sí se producían por cosas absurdas. Me castigaban con estar más una semana sin móvil -que generalmente eran meses-, con no ir a clases de pintura... Eso a mí me bastaba. Un día que mi madre se ausentó para ir al médico, él lo aprovechó para decirme que quería que me bañase con él. Ahí fue cuando comenzó todo. Ahí comenzaron orales y tocamientos. Después, al cabo de un año, cuando yo tenía nueve o diez, en su coche fue donde por primera vez hubo penetración. ¿Cómo soporté tantos años? No tenía otra, era pura supervivencia. No podía hacer nada más. Sabía que si intentaba escapar y la escapada terminaba en fracaso, si ya había recibido golpes por cosas mínimas, podía recibir golpes mucho más fuertes y cosas peores. Tenía bastante miedo de actuar.

¿Llegaste a hablar con alguien sobre lo que te estaba sucediendo?

Llegué a contarle lo que pasaba a dos amigas, pero, por miedo de que dijeran algo, a una de ellas le dije que ya no pasaba y a la otra le dije que había mentido. No tenía más opciones. No contaron nada. A la que le dije que ya no pasaba notó por mi estado de ánimo que sí seguía ocurriendo pero igualmente entendió que no quería hacer nada en esos momentos porque me daba miedo.

¿En qué momento sentiste que necesitabas actuar?

Poco a poco las cosas fueron cada vez a peor. Eran mucho más agresivos conmigo. Inicialmente mi madre no, incluso era una figura amable en todo esto, con la que me sentía muy a gusto y a la que tenía muchísimo cariño. Durante los últimos años he intentado justificarla aunque sé que no tiene justificación. Hoy en día me doy cuenta de que nada tiene justificación en cuanto a ella. Pero también en esos momentos era mi madre. Me obligaban a limpiar toda la casa, estaba obligada a ello porque si me faltaba por limpiar el polvo de las lámparas me llevaba a golpes y gritos, en ese caso solo por parte de él pero seguía siendo agotador. Una de esas veces en que me trataban peor, un día en que hubo gritos pero no golpes, salí de la cocina y delante de él me desmayé y me caí al suelo. Cuando recuperé la conciencia estaba en los brazos de mi madre y aun así él comenzó a gritar que era cuento, que yo no me había desmayado. Ella no dijo nada, simplemente me mandó a la cama a dormir y sin ni siquiera a cenar, sin decir si me creía o no. Yo pensaba: "Esto ha sido un desmayo pero ¿y si un día me da algo aquí y no me llevan al hospital?". Yo no quería morirme ahí. Lo único que llevaba deseando los últimos años era tener los 18 para salir de ahí y no volver nunca. Pensar que podía morir ahí me dio un pánico terrible. Empecé a planear como escaparme de ahí.

¿Cómo fue? ¿Pensaste desde el principio en recurrir a tu familia?

Llevaba muchos años sin ver a otros familiares. No podía hablar con ellos, lo tenía prohibidísimo, al igual que con mis amigos. Al principio podía relacionarme con algún amigo, quedar por las tardes... Pero semanas después las cosas no les parecían tan perfectas. [Su madre y su padrastro] empezaban a montar conflictos con los padres de estos amigos para que no volviesen a acercarse a mí ni a hablarme en la vida. Solo con una de mis amigas no lo hicieron, no se por qué. Así varias veces, las suficientes como para que yo tuviera reticencia a presentarles a nadie. Como no tenía acceso a nadie, al principio pensaba: "Me voy a la montaña de ermitaña. Hay fuentes de agua potable y plantas comestibles". No iba a ser muy viable en verdad, lo pienso ahora en perspectiva y no habría podido hacerlo. Y mientras pensaba en mi plan, me acordé de mi abuela materna. En un momento dado, después de que hubiesen montado un conflicto con ella, mi abuela llamó un día por teléfono, pero él [en alusión a su padrastro] le quitó el teléfono a mi madre de sopetón. Empezó a gritarle y a decirle de todo. Me decían que esa familia no importaba porque nunca venía a verme, me decían que en verdad no me querían. Lo decían también de mi padre y del resto de mi familia. Así que un día pensé: "Hace muchos años que no veo a mi abuela pero existe la posibilidad de que ella me quiera, de que me pueda ayudar". Y siempre he tenido muy buena memoria: recordaba perfectamente el camino a su casa, que tenía que coger un tren larguísimo a Manacor, el portal que había al lado, me acordaba de que había un supermercado y un bazar chino. Detalles sobre la zona con los que sabía cómo llegar a su casa.

¿Cómo preparaste la huida?

En verdad, los preparativos fueron solo dos días pero estaba tan aterrorizada que no conseguía darme las fuerzas para ello. Cogí la maleta del instituto, que siempre estaba abultada por los libros, pero como tenía una estantería repleta, la llené de ropa y no se notaba. Preparé un conjunto de ropa que no solía llevar habitualmente para pasar más desapercibida. Ellos me habían inculcado su estilo, una forma de vestir que no era yo. Me hicieron odiar el color rosa, cuando era mi color favorito. Había incluso veces en que era un poco conflictiva pero era por su influencia, por cómo querían que yo fuera. También me corté el pelo. Mi madre adoraba profundamente el pelo largo y sabía que si me cortaba tan solo un mechón el castigo iba a ser tan grande que me convenía no estar en esa casa. Necesitaba algo que me diera la fuerza suficiente como para salir y de paso ser menos reconocible. Durante esos días también estuve dejando pistas falsas: esa semana le pregunté a mi madre qué tren había que coger para ir a la montaña, a Bunyola, que era el plan inicial. No cogí la tarjeta del tren porque me daba pánico que pudieran rastrearla, cosa que no sabía si se podía hacer o no. Y antes de salir de ahí fregué incluso los platos porque, como siempre tenía que estar todo limpio, tenía miedo de que si encima de que me escapaba veían que no los había fregado las cosas fueran a peor.

Y entonces saliste de casa, por fin...

Cuando vi que tenía el tiempo fatal, que se estaban despertando y levantando, salí corriendo de casa. Llevaba conmigo mis efectos personales, mi peluche de cuando era pequeña..., y menos mal, porque luego los efectos que se quedaron en casa no me fueron devueltos. Sí la ropa, pero no los cuadros que pinté, las fotos de cuando era bebé... O están vendidos los que se pudieran vender o quemados en la barbacoa. La parada del bus estaba literalmente girando la esquina, no podía quedarme ahí mucho tiempo porque corría el riesgo de que en cuanto salieran a buscarme -sabía que no iban a tardar demasiado-, girasen la calle y me vieran. Le pregunté a un hombre que vi en el parque cuánto faltaba para que llegara el bus y me dijo que dos horas. Entonces pensé: "No puedo esperar dos horas". Así que me fui caminando hasta la parada del tren desde Sa Cabaneta a Marratxí, una hora de camino prácticamente. No tenía otra.

¿Cómo te desenvolviste durante la escapada?

Recuerdo que me metí en callejones por los que no solía pasar en lugar de ir por las calles principales y, una vez llegué a la estación, me dirigí a una chica que tenía los ojos rojos. Pensé que estaba drogada y que luego no podría recordarme. Aunque, según supe después, sí se acordaba de mí, pero por lo visto tanta gente había dicho que me había visto en tantos sitios que no había pisado que era difícil saber quién decía la verdad y quién mentía. La vi y dije: "Ella". Le pregunté cómo ir hasta Manacor. Después me aseguré preguntándole al conductor. En el tren estaba tan asustada que pensaba que lo detendrían en medio del camino y no podría llegar a Manacor, que ya se habrían dado cuenta. Miraba la cámara del tren y yo estaba medio escondida en mi asiento. Empecé a preguntar a la gente cómo debía hacer el trasbordo por miedo a pasarme, perderme y no saber llegar hasta allí. Tampoco sabía si mi abuela seguía viviendo allí o estaba de viaje. Cogí un taxi y, al llegar, llamé a la puerta pero no contestó nadie. Estuve esperando una hora sentada en su escalera pero nadie llegaba. Pensé que se había ido de viaje. Y recordé a mi abuelo, expareja de mi abuela que, aunque ya no estaba con ella, seguía siendo amigo suyo. Fue quien estuvo durante toda mi infancia, en mi nacimiento, el que hizo su papel de abuelo cuando yo era chiquita, así que imaginé que me ayudaría en caso de que mi abuela no estuviera. También recordaba que había un bar al lado de casa de mi abuela en el que la conocían. Entré para preguntar por ella.

El 112 había activado el protocolo de búsqueda tras tu desaparición. ¿Temiste que te delataran?

Obviamente una chavala con cara de terror absoluto, un trasquilón enorme en el pelo y dos maletas abultadas llamaba un poco la atención. Había dos abuelos pendientes de todo lo que decía y dos camareras. Les pregunté si sabían cómo localizarla, aunque si según les comenté estaba yendo a visitarla era un poco raro que yo no tuviera esa información de antemano. Uno de los abuelos me miró y me dijo: "¿Tú te has escapado de casa, no?". Y ahí me puse a llorar, me entró un pánico terrible, pensé que me habían descubierto. Pero aunque no le conté mi historia, sí le dije que en casa las cosas eran peligrosas para mí. Lo entendió como para no tener que llamar a la policía en esos momentos. "No lo haré porque no es lo que necesitas en este momento", me dijo. Intentaron contactar con otra trabajadora que era amiga de mi abuela y que ese día tenía libre. Me sentí arropada, a salvo. Hacía muchos años que no me sentía así. Al final lograron contactar con ella. Tenía miedo de que no quisiera saber nada de mí, pero cuando llegó, enseguida me reconoció, nos dimos un abrazo y nos fuimos para casa. Le conté todo lo que había pasado pero le dije que no quería ir a denunciar, que quería primero hacerme a la idea de que estaba fuera de esa casa. Le pregunté si podía quedarme a vivir con ella y me dijo que por supuesto. Después llamó a mi abuelo con la excusa de que se le había roto algo para que no les contase nada a mis tíos, por si acaso. Se puso a llorar en cuanto me vio. Al día siguiente me llevaron a comisaría a denunciar, aunque no nos dieron instrucciones en ese momento y el proceso tardó un poco a partir de ahí.

Pese a la gravedad de los hechos que relataste en comisaría, tu padrastro permaneció tan solo un día privado de libertad...

Le detuvieron pero como tenía amigos en la Guardia Civil solo estuvo un día. Luego le soltaron como si nada y simplemente hizo vida normal. Recuperé el contacto con mi padre, a quien también hacía mucho tiempo que no veía. Con la denuncia todo fue muy, muy lento. Estaba aterrada.

¿Crees que tu padrastro temía el resultado del juicio?

Creo que sí, teniendo en cuenta lo orgulloso que era. Muy probablemente se ha suicidado porque pensaría que se iba directo a la cárcel y por su orgullo no se lo podía permitir. A él le gustaba muchísimo dar pena. Muchísimas veces se había inventado que estaba enfermo, incluso había subido a sus redes fotos de una mano entubada que no era la suya. La gente lo tenía caladísimo. Era alguien que montaba unos pollos tremendos a todo el mundo. No sé si estaba enfermo o no porque es como el cuento del lobo: tonterías suyas.

¿Cómo te encuentras después del tiempo que ha transcurrido?

Diría que lo he superado. Han pasado ya cinco años y he pasado muchas fases. A él en todo momento lo he odiado, nunca le he guardado ni un poco de cariño porque con todo lo que me ha hecho era imposible, pero a mi madre inicialmente sí se lo tenía. Al principio la justificaba, pensaba que no debía de darse cuenta [de los abusos], pero el maltrato sí que era delante de ella e igualmente no hizo nada. Ahora vivo en Valencia con mi pareja. En la actualidad estamos estudiando, en mi caso diseño de moda, y nos están ayudando su madre y su abuela. Estuve un año viviendo con mi padre en Madrid pero en cuanto tuve la oportunidad me vine a Valencia: aquí me he quedado y me han acogido muy bien.

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Comentarios

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  • D. decepcion - 11 de Diciembre de 2021 a las 04:37
    imposible de imaginar
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    0
  • Isa A.D. - 11 de Diciembre de 2021 a las 04:35
    Gabriela llamame, soy mama.
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    0
      Isa A.D. - 17 de Diciembre de 2021 a las 01:32
    no creo que este sea el sitio para venir a reclamarme dinero que ni se de que hablas.
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    0
      Carlos - 13 de Diciembre de 2021 a las 17:14
    Por cierto si eres la pareja de Ricardo me dejo ha deber un dinero por unos coches que no llegaron como va esto para cobrar? Si me das la forma de contacto te envío pantallazo de conversación y más pruebas,
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      Carlos - 13 de Diciembre de 2021 a las 12:48
    Perdona? Eres su madre? Será coña no?
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    0
  • Anónima - 06 de Diciembre de 2021 a las 15:45
    Eres toda una valiente y admiro tu valor. Espero que seas feliz porque te lo mereces
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  • Elena Gallardo - 05 de Diciembre de 2021 a las 14:37
    Hiciste muy bien cariño. Al final sacaste todo el veneno que tristemente Ricardo y tu madre te metieron. Ahora que lo sacaste a la luz, todo el mundo verá los energúmenos que son, él por violarte y tú madre , por saberlo y callarse. Tu madre tendría que haber hecho de madre y luchar por tí, como hija que eras. Pero todo el mundo recibe lo que se merece. Tú feliz en Valencia con tu pareja y con todo nuestro cariño y apoyo. Él suicidándose por su ego, y tú madre ( por llamarla de alguna manera) quedándose más sola que la una, ya que por elegir a esa persona, se quedó sin sus propias hijas, que para una madre siempre son lo primero.
    Adelante campeona, vive, olvida el pasado y se feliz con la familia que te quiere, como te quiero y te apoyo yo, sin ser tu madre biológica.
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    0
      Zumbada - 08 de Diciembre de 2021 a las 11:14
    La madre que va a luchar,si hay dos más que no están ni con ella,han engañado a todo el mundo OLE POR ESTA NIÑA VALIENTE ESPERO QUE EL TIEMPO TE PUEDA DEVOLVER LA FELICIDAD QUE TE HAN ROBADO
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    0
  • anonimo - 05 de Diciembre de 2021 a las 11:55
    no tienes la culpa , de que haya gente tan enferma... espero que mas mujeres fueran como tu y que de igual la situacion y de quien sea el padre... hay que pagar por cometer estos actos... mucha fuerza
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  • Elena - 05 de Diciembre de 2021 a las 10:02
    Enhorabuena pequeña por ser tan valiente!!
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      yo - 05 de Diciembre de 2021 a las 16:38
    Si esos individuos se hacen las victimas, hay que dar un escarmiento a esos monstruos, que se aprovechan de su fuerza
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  • Anita - 05 de Diciembre de 2021 a las 09:38
    Espero que el maltratador y asesino de mi hermana, NO se suicide y vaya a la cárcel y lo asesinen en las cárcel
    PUTAS COBARDES
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    0
  • Silvia - 05 de Diciembre de 2021 a las 09:13
    Has sido muy valiente desde que decidiste abandonar la casa. Me ha impresionado mucho tu historia. Quizás se podría sacar algo bueno de ella, tú podrías diseñar nuevos protocolos de ayuda a menores en tu misma situación de abuso y aislamiento social y algún político debería llevarlos a cabo. Imagino que si no pediste ayuda a tus profesores fue porque o bien no te sentías a gusto, o bien estabas atemorizada. Un abrazo enorme y te deseo mucha suerte. Te la mereces.
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