Homenajean a Layo, el submarinista fallecido en Mallorca: "era un luchador y un gran compañero de trabajo"

Esther Ballesteros | 09/06/2020

Numerosos compañeros de Layo Guerrero, el submarinista de 37 años cuyo cuerpo sin vida fue localizado ayer en aguas de Portals Vells, donde había desaparecido hacía cinco días, le han rendido homenaje este miércoles en Palma y en Ibiza.

A las 14.00 horas y congregados frente a la sede de los servicios de ambulancias donde Layo trabajaba, en el Polígono Son Castelló, técnicos y responsables del 061, Ambuibérica, Crtuz Roja, SSG, FALCK, Clinic Balear y de ambulancias programadas del Govern han guardado un minuto de silencio en recuerdo de un "luchador" y un "gran compañero de trabajo".

"Él y yo fuimos los primeros conductores de los dispositivos del coronavirus. Jamás se puede olvidar a una persona que amaba su trabajo como él", cuenta uno de los técnicos con quienes compartió jornada tras jornada. "Le echaremos mucho de menos. Layo era un tío muy currante, dispuesto a ayudar a todos siempre".

"Al principio se mostraba algo tímido y reservado pero cuando te cogía confianza lo primero que te contaba es el grave accidente de coche que sufrió. Volvió a nacer. Fue uno de los momentos más trágicos pero también especiales de su vida: fue cuando se enamoró de su mujer, su gran amor, la enfermera que le cuidó", comentan, visiblemente emocionados.

El deporte, una de las mayores pasiones de Layo

El trabajo no le impedía disfrutar de una de sus mayores pasiones: el deporte. De hecho, quienes han sido sus compañeros aseguran que "era muy deportista, le encantaba lucir moreno y tener un cuerpo trabajado. Siempre nos enseñaba sus abdominales". Entre los deportes que más disfrutaba se encontraba el fútbol, una afición que compartía con su hijo, de diez años: "le gustaba mucho, era del Real Madrid y le encantaba ir al campo de fútbol con su hijo a pegar unos chutes".

Otro de los técnicos de ambulancias desempolva entre las vivencias compartidas con Layo las "muchísimas horas que trabajamos de noche en el control de la nave de Can Valero. Cada vez que acabábamos un servicio y volvíamos a la nave estábamos con él hasta el siguiente servicio".

"Nos contaba todo lo de su accidente y su estancia en la UCI. Yo creo que burlando a la muerte, que le daría una segunda oportunidad supongo que para poder formar una familia preciosa. Siempre me hablaba de lo agradecido que estaba al médico que lo recogió y que fue a testificar al juicio a su favor. Querían responsabilizarle a él sin tener ninguna culpa", recuerda.

Recuerdan su alegría y el respeto con el que se dirigía a sus compañeros

Y evoca especialmente "su alegría y el cariño y el respeto con que se dirigía a mi siempre que nos encontrábamos". "Yo estoy en ambulancias urgentes y él estaba en programadas y no nos veíamos mucho. Le echaré mucho de menos", sentencia. Layo llevaba unos siete años en ambulancias programadas y antes había prestado sus servicios en ambulancias insulares.

Antes de su desaparición, el submarinista se encontraba en la playa junto a su mujer y su hijo. En un momento dado, les dijo que iba a bucear y que volvería al cabo de un rato. Llevaba tubo y mascarilla para sumergirse en el agua a pulmón.

Desde que se perdió su pista, numerosos efectivos se volcaron en las labores de búsqueda. Con grandes despliegues, rastrearon cada día, desde primeras horas de la mañana, las zonas en las que creían que podían encontrarle. Ayer, efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) hallaron su cuerpo flotando en las aguas donde días antes se había sumergido para bucear.

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