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La distopía de la izquierda

Los gobernantes deben apelar al esfuerzo, al trabajo, a la formación de nuestros jóvenes sin atender a sus diversas procedencias sociales. A mostrar la diversidad de actividades que pueden realizarse en nuestra sociedad actual para poderse integrar en un mundo cada día más exigente
con todos y donde no podemos seguir consintiendo que la savia nueva de nuestra sociedad no alimente con su energía nuestras ciudades, a nuestras comunidades.

Tampoco podemos seguir soportando colectivos profesionales que envejecen en sus puestos de trabajo y, por tanto, ni recogen el fruto de su vida laboral en salud, ni permiten la renovación necesaria de muchos trabajos que podrían también pasar a la oferta integradora de jóvenes profesionales que salen de nuestros centros de formación y universidades.

La izquierda debe reflexionar sobre temas tan importantes como la natalidad, la conciliación familiar, la formación en las distintas etapas vitales y su continuación en la actualización profesional de nuestros puestos.

Todo debe formar un universo que lance nuevamente a nuestro país a una actividad acreditada, progresista y que haga solvente un estado del bienestar que en el plano actual, cada vez estará más mermado y más falto de recursos por no abandonar las viejas teorías políticas y no abrazar las nuevas realidades que aparecen constantemente en nuestra sociedad.

Cada vez que se produce una crisis en nuestra comunidad aparece algún político que hace mención a la diversificación de actividades, para, a renglón seguido, añadir que en un territorio como el nuestro no proceden grandes industrias, ni tampoco alteraciones territoriales ni
paisajísticas, con lo cual queda, exactamente todo como estaba y hasta la próxima.

Nos hemos resignado a dar en exclusividad servicios, que también se cuestionan constantemente. Todavía recuerdo las campañas contra el turismo, que no quedan tan lejos, de los partidos de izquierda y nacionalistas, . Unos las hacían expresamente con sus elementos
paralelos con los que cuentan y otros simplemente no hablaban, se ponían de perfil ante el problema.

Tampoco se apoyaba al comercio consintiendo la venta ilegal en nuestras calles y plazas, apelando a no se sabe que derechos, mientras los comerciantes clamaban que se cumpliera la Ley, como la cumplían ellos pagando sus impuestos.

Y ha llegado este momento, para que nos diésemos cuenta mucho que dependemos todos del turismo, del comercio, de la restauración, del ocio nocturno, esa actividad complementaria, que nos hace diferentes y atractivos para nuestros visitantes. Ahora, muchos se acordarán o
deberían acordarse de lo que hacían en esas campañas que apoyaba la izquierda y los nacionalistas apelando a una transformación que no han sido capaces de aplicar jamás.​

Cambios, deben producirse muchos cambios, después de esta tragedia, empezando por la manera de plantear nuestra forma de vida en esta comunidad y en el modo de integrarnos todos en un pequeño universo que debe darnos amparo para poder desarrollarnos como personas libres, sin tener dependencias para cumplir condiciones y acogernos a la subvención, debemos construir una comunidad entre todos capaz de dar respuesta a todos estos grandes problemas
que se reproducen cíclicamente y de los que no llegamos a plantear soluciones que nos saquen de este inacabable círculo.

Josep Lluís Bauzà Simó.
Regidor de Ciudadanos del Ayuntamiento de Palma.

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