¿Cambios en las etiquetas medioambientales de la DGT? Un error en el sistema podría estar perjudicándote
La asignación de este distintivo se basa en el tipo de motor y no en las emisiones reales, algo que a recibido múltiples críticas desde que se implantaron
Penélope O Álvarez | Mallorca, 16 de Octubre de 2024 | 11:31h

Desde 2019, la etiqueta medioambiental se ha convertido en un factor clave para los compradores de coches, junto a elementos como el diseño y el equipamiento. El sistema de etiquetas de la Dirección General de Tráfico (DGT), que clasifica a los vehículos en cinco distintivos (A, B, C, ECO y CERO), ha generado polémica en los últimos años debido a las características que se tienen en cuenta a la hora de asignarlo, unido a las críticas de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
La OCU ha revelado, a través de un estudio publicado en 2023, que el etiquetado presenta numerosas incoherencias porque se basan en el tipo de motor y no en las emisiones reales que emite el vehículo. Por tanto, el sistema estaría perjudicando a conductores con vehículos más asequibles que, aunque tienen bajas emisiones, reciben etiquetas menos ventajosas. Un claro ejemplo es el del Toyota Aygo X Cross, que produce menos emisiones que el Mercedes-AMG S 63 E híbrido enchufable, pero tiene una etiqueta inferior, lo que limita su movilidad en las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE).
CRÍTICAS AL ETIQUETADO MEDIOAMBIENTAL ACTUAL
El principal problema es que las etiquetas permiten que algunos vehículos, como los híbridos enchufables, disfruten de más ventajas a pesar de su alto consumo de combustible. Este sistema, según la organización, ha quedado obsoleto y necesita una revisión urgente. La etiqueta ECO, por ejemplo, se la dan tanto a híbridos convencionales como a microhíbridos (MHEV), aunque estos dependen casi exclusivamente de combustibles fósiles.
El posible cambio en el sistema de etiquetado también ha encendido las alarmas en el sector de venta de vehículos nuevos y de segunda mano. AutoScout24, el portal especializado en coches usados, advierte que un ajuste en las normas afectaría al 20% de los vehículos nuevos en España, en su mayoría híbridos ligeros, que podrían perder su etiqueta ECO y ser reclasificados con la etiqueta C, disminuyendo su atractivo para los consumidores. Ignacio García Rojí, portavoz de la plataforma, sugiere que el mercado debería guiar la transición hacia la electrificación de manera gradual, en lugar de forzar cambios radicales que podrían frenar la adopción de nuevas tecnologías.
MEJORAR LA ETIQUETA TIENE UN PRECIO
Ante los errores en la asignación de etiquetas, muchos conductores han iniciado el proceso para mejorar su distintivo, lo que implica obtener un certificado de emisiones del fabricante, que puede costar entre 100 y 150 euros, además de otros trámites adicionales. A pesar de estos esfuerzos, solo el 1,2% del parque automovilístico español cuenta con la etiqueta CERO, mientras que un 4,7% tiene la etiqueta ECO, según datos de la DGT.
Tanto la OCU como expertos del sector coinciden en la necesidad de basar el sistema de etiquetado en las emisiones reales de los vehículos y no únicamente en la tecnología de su motor. Esto permitiría una clasificación más justa y contribuiría a un control más efectivo de la contaminación en las ciudades. La DGT, hasta el momento, no ha realizado cambios significativos, pero las crecientes demandas podrían forzar una actualización en el futuro cercano.