No es una verdura, pero la has tratado como tal toda la vida
Un alimento muy común en la cocina esconde una sorpresa botánica que pocos conocen
Alicia Romero | Mallorca, 08 de Marzo de 2025 | 18:26h

En el fascinante mundo de la botánica, la clasificación de los alimentos nos revela curiosidades sorprendentes. Un ejemplo notable es la calabaza que, aunque comúnmente utilizada en platos salados, en realidad es una fruta. La calabaza posee una historia rica que se remonta a las antiguas civilizaciones de América, donde fue uno de los primeros cultivos de los pueblos originarios. Como miembro de la familia de las cucurbitáceas, ha encontrado su lugar en las tradiciones culinarias de todo el mundo.
Su versatilidad en la cocina es bien conocida, siendo apta para recetas dulces y saladas. Además de su sabor, la calabaza es una fuente rica en vitaminas, minerales y antioxidantes. Su pulpa anaranjada es especialmente rica en vitamina A, esencial para la salud visual, y su alto contenido de fibra favorece la digestión y promueve un corazón saludable.
FRUTA O VERDURA
La distinción entre frutas y verduras se basa en criterios botánicos: las frutas son el resultado de los ovarios de las flores y contienen semillas, mientras que las verduras provienen de otras partes comestibles de la planta, como hojas, raíces o tallos. Por lo tanto, la calabaza se clasifica como fruta debido a su origen floral y a las semillas que alberga, a pesar de su uso frecuente en platos salados.
OTROS EJEMPLOS DE FRUTAS DISFRAZADAS DE VERDURAS
Este fenómeno no es exclusivo de la calabaza. Otros alimentos comúnmente considerados verduras, como el tomate, el pimiento y el pepino, también son técnicamente frutas según la botánica, ya que se desarrollan a partir del ovario de la flor y contienen semillas. Esta discrepancia entre las clasificaciones botánica y culinaria se debe a tradiciones y usos en la cocina, donde tendemos a asociar las verduras con sabores salados y las frutas con sabores dulces.