Siria, la crónica de un fracaso para Putin
La salida de Bachar al Asad y la pérdida de bases militares clave dejan a Rusia debilitada en el escenario internacional
EFE | Mallorca, 09 de Diciembre de 2024 | 15:09h

La intervención de Rusia en Siria, liderada por Vladímir Putin, se ha convertido en un desastre geopolítico de grandes dimensiones. Lo que comenzó como una cruzada para salvar al régimen de Bachar al Asad ahora muestra a Moscú como un jugador debilitado en el escenario internacional.
LA SALIDA DE AL ASAD Y SUS IMPLICACIONES
El domingo, el líder sirio Bachar al Asad llegó a Rusia, donde ha recibido asilo, marcando un claro fracaso para la estrategia rusa en Siria. Esta situación amenaza con empeorar si Moscú se ve obligado a abandonar sus bases militares clave en el país árabe, lo que impactaría directamente en su política en la región y en el Sahel.
El lunes, el Kremlin mostraba un ambiente sombrío durante la ceremonia de entrega de medallas a los soldados que combaten en Ucrania. Según Dmitri Peskov, portavoz presidencial, la situación en Siria ha tomado un giro inesperado: "Lo ocurrido, seguramente, sorprendió a todo el mundo, y en este caso nosotros no somos una excepción".
UNA POLÍTICA EXTERIOR EN DECADENCIA
La caída de Al Asad en menos de dos semanas pone en evidencia las debilidades de la política exterior rusa. Al igual que el fallido pronóstico de los servicios de inteligencia en 2022 sobre la resistencia ucraniana, ahora Moscú enfrenta una nueva derrota estratégica.
Por otro lado, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha consolidado su influencia en Siria, mientras que Irán pierde posiciones en Oriente Medio, dejando a Rusia en una posición comprometida.
RUSIA INCAPAZ DE CONTROLAR EL ESCENARIO MULTIPOLAR
Aunque Rusia se presenta como un defensor de un nuevo orden multipolar frente a Occidente, los hechos muestran su incapacidad para gestionar las amenazas islamistas, tanto en Siria como en su propio territorio. Este fracaso quedó en evidencia en el ataque terrorista ocurrido en marzo pasado, donde 145 personas murieron en una sala de conciertos cerca de Moscú, el mayor atentado en el país en dos décadas.
DOS FRENTES DEBATEN LA CAPACIDAD RUSA
La intervención militar de Rusia salvó al régimen sirio en 2015 e impidió una invasión estadounidense en 2013 bajo el pretexto de las armas químicas. Sin embargo, el contingente ruso ha demostrado ser insuficiente, al depender casi exclusivamente de mercenarios y bombardeos, sin fuerzas regulares en el terreno.
El Grupo Wagner, debilitado tras la muerte de Yevgueni Prigozhin, y el prolongado conflicto en Ucrania, que ya lleva casi tres años, han mermado la capacidad militar rusa. La corrupción y la falta de preparación de sus tropas también evidencian que Moscú no puede combatir en dos frentes al mismo tiempo.
Además, los intentos de intimidar a sus adversarios con misiles hipersónicos no han disuadido a Ucrania, que continúa lanzando ataques dentro del territorio ruso con misiles occidentales.
EL FUTURO DE LAS BASES MILITARES EN SIRIA
El Kremlin ahora busca desesperadamente garantizar la seguridad de sus bases militares en Siria, como el aeródromo de Jmeimim en Latakia y la base naval de Tartus, esenciales para su flota en el Mediterráneo. Sin embargo, las garantías obtenidas de los rebeldes sirios son únicamente provisionales.
Según Peskov, la situación actual es de "extraordinaria inestabilidad", aunque asegura que las fuerzas rusas han tomado las necesarias "medidas de precaución". No obstante, el posible cierre de estas bases sería un golpe devastador para Rusia, ya que su flota quedaría sin puertos seguros en el Mediterráneo debido a las restricciones del Tratado de Montreux, que limita el tránsito de barcos rusos por el Bósforo hacia el mar Negro.
RUSIA Y SU DEBILIDAD EN LA ESCENA INTERNACIONAL
La pérdida de influencia en Siria refleja los delirios de grandeza de Putin, cuyo fracaso en establecer su dominio en la región podría tener consecuencias en futuras negociaciones con el próximo presidente de EE.UU., Donald Trump.