Rumia: qué es y cómo manejarla

Este patrón de pensamientos repetitivos puede ser un obstáculo para tu salud mental, pero existen estrategias efectivas para gestionarlo

Redacción | Mallorca, 09 de Diciembre de 2024 | 12:14h

La rumia no es un trastorno ni una enfermedad mental, pero es un patrón de pensamiento circular y constante que puede dificultar el bienestar emocional. Por lo general, se centra en temas, situaciones o personas, casi siempre desde una perspectiva negativa, y aunque todos rumiamos en algún momento, puede convertirse en un problema si no se maneja adecuadamente.

¿QUÉ ES LA RUMIA Y POR QUÉ APARECE?

La rumia es un proceso en el que la mente se queda atrapada procesando información de manera repetitiva. Aunque no es una condición clínica, ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo o la ansiedad, así como situaciones emocionales intensas, pueden predisponer a este patrón.

En ocasiones, la rumia aparece como una forma de afrontar dificultades o mecanismo de defensa. Por ejemplo:

  • Como afrontamiento: puede servir para analizar un problema y buscar soluciones, como cuando repasamos mentalmente nuestras preocupaciones antes de dormir.
  • Como mecanismo de defensa: ayuda a procesar impactos emocionales, como el duelo o un diagnóstico médico, permitiendo integrar las emociones de manera gradual. Sin embargo, si la rumia persiste, puede ser señal de que se necesita apoyo profesional.

¿QUÉ DESENCADENA LA RUMIA?

Algunas situaciones que suelen desencadenar la rumia incluyen:

  • Eventos estresantes, como un despido o un divorcio.
  • Traumas o experiencias violentas, como un abuso o un accidente.
  • Miedos intensos, como volar en avión.
  • Recuerdos embarazosos o problemas no resueltos.

Además, personas con personalidades ansiosas, obsesivas o perfeccionistas suelen recurrir más a este patrón, aunque esto no significa que tengan un trastorno mental.

¿CUÁNDO SE VUELVE PROBLEMÁTICA LA RUMIA?

Hay tres características principales que pueden indicar que la rumia está afectando negativamente tu vida:

  • Intrusiva: aparece sin control y se cuela en tus pensamientos.
  • Obsesiva: los pensamientos son repetitivos y difíciles de frenar.
  • Rígida: se convierte en la única forma de afrontar problemas.

Cuando la rumia es negativa o catastrófica, genera malestar emocional, ocupa tu espacio mental y te impide tomar decisiones, lo que puede llevar a un círculo vicioso de pensamientos negativos, menor autoestima e incluso aislamiento social.

LA RUMIA COMO SÍNTOMA DE TRASTORNOS MENTALES

En algunos casos, la rumia puede ser un síntoma de trastornos como:

  • Trastornos depresivos.
  • Ansiedad generalizada o agorafobia.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
  • Trastornos del sueño.
  • Trastorno por estrés postraumático (TEPT).
  • Trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo.

CÓMO DISMINUIR LA RUMIA

Si bien la rumia puede ser útil en ciertos contextos, cuando no está asociada a un trastorno mental, existen estrategias para reducir su impacto:

  • Reconoce que estás rumiando: identifica el tema y las emociones que lo desencadenan.
  • Diferencia lo que puedes controlar y lo que no: trabaja en lo que puedes cambiar y aprende a tolerar la incertidumbre de lo incontrolable.
  • Actúa sobre lo controlable: aborda los problemas de forma proactiva, pero evita obsesionarte con lo que no puedes cambiar.
  • Tolera el malestar: gestiona emociones negativas como la frustración o el enfado desde la comprensión y el autocuidado.
  • Rompe el patrón: haz algo incompatible con la rumia, como realizar una actividad absorbente, salir a caminar o hablar con alguien.
  • Acepta tus límites: reconoce que no todo está bajo tu control y que equivocarse es parte de la experiencia humana.
  • Practica la relajación: técnicas como el yoga, la meditación o la respiración profunda pueden ayudarte a romper el círculo de la rumia.
  • Busca ayuda profesional: si la rumia es persistente, intrusiva y obsesiva, un especialista en salud mental puede ayudarte a manejarla.

UN PATRÓN QUE SE PUEDE GESTIONAR

La rumia, aunque puede ser útil en ciertos momentos, puede convertirse en un obstáculo para el bienestar si no se maneja adecuadamente. Reconocerla, abordarla y buscar apoyo cuando sea necesario son pasos clave para mantener un equilibrio emocional y evitar que se convierta en un problema más grave.

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