Este es el país asiático en el que no se puede masticar chicle

No te vas a poder creer el porqué de esta prohibición

Alicia Romero | Mallorca, 20 de Octubre de 2024 | 20:23h

El mundo es tremendamente vasto. Lo que en una isla nos parece lo más normal, contrasta con visiones y realidades de la otra punta del mundo. Dilemas filosóficos aparte, esta inmensidad nos provoca también ciertas curiosidades o anécdotas como la que te traemos hoy, un hecho que te resultará más que curioso y que seguro que aprovechas para explicar como dato en alguna conversación con amigos y familia.

La historia es que existe un país del mundo en el que hoy en día está prohibido mascar chicle. Sí, como lo lees. Se trata de Singapur, un territorio de apenas 719 kilómetros cuadrados entre Malasia e Indonesia, altamente urbanizado y con una potente economía (su bolsa es una de las más importantes del mundo). También destaca por su limpieza. y he aquí el kit de la cuestión: en 1992 el Gobierno de Singapur prohibió por completo la venta e importación de chicles en todo el país, con motivo, precisamente, de la limpieza.

Y es que en los años 80, la región se tomó muy enserio su objetivo de ser una de las ciudades más limpias del mundo. Sin embargo, los chicles tirados en las ceras y pegados en parte del mobiliario urbano lo pusieron difícil, más si cabe en lo que refiere al recién estrenado metro de por aquel entonces. Y es que, además de decenas de chicles en los suelos de las entradas, los restos en algunas puertas automáticas empezaron a ocasionar algunas averías y retrasos. Aquello llevó al Gobierno a tomar una drástica medida: la prohibición total del chicle.

¿Y QUÉ PASA SI LLEVAS CHICLE A SINGAPOUR?

Aunque la medida sigue en pie, lo cierto es que se ha relajado en los últimos años. Desde 2004 se permite la venta e importación de chicles con propiedades terapéuticas, como los que ayudan a la salud dental o a dejar de fumar. Pero los chicles comunes, los que se encuentran en supermercados y kioskos del resto del mundo, siguen estando prohibidos. Quien los consuma -ya sea local o turista- se enfrenta a severas multas.

Lo cierto es que, aunque severa, la ley funcionó y hoy en día Singapur es una de las ciudades más limpias del mundo...y sin ningún chicle en sus aceras.

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