El regatista Nacho Baltasar sueña con ir a los JJOO de París

Redacción | 04/04/2023

Esta es la segunda participación del regatista balear Nacho Baltasar (CN Ràpita) en el Trofeo Princesa Sofía Mallorca by Iberostar en la clase iQFOiL M. Su objetivo es quedar entre los 25 primeros, lo que le permitiría acceder al equipo preolímpico por resultados. El año pasado consiguió el bronce en el mundial juvenil de la clase y ganó la Copa de España sub-19 de iQFOil. A sus 18 años sueña con competir en los JJOO de París.

Pregunta.- La anterior temporada competiste en dos categorías (sub-19 y sub-21) y en tan sólo unos meses ya entrenas con el equipo preolímpico por criterios técnicos. ¿Cómo has vivido esta progresión y cuáles las claves?

Respuesta.- La verdad es que el año pasado fue bastante estresante. Estaba estudiando Segundo de Bachiller y apenas pude entrenar, además de estar a caballo entre dos categorías con dos programas de regatas distintos. Creo que la experiencia de tantos años navegando con diferentes entrenadores, como José Mayans, quien me ha aportado tantos valores, y el haber ganado unos cuantos kilos de peso, requisito indispensable en esta clase, son dos factores que me han permitido mejorar rápidamente. También ha influido el hecho de contar con los recursos de la Real Federación Española de Vela en cuanto a material y preparadores, como Marcos Fernández. Estoy muy agradecido a la RFEV.

P.- ¿Cuál es tu meta a corto y medio plazo?


R.- Mi sueño es ir a los Juegos Olímpicos de París. Cada vez lo veo más factible. Mi prioridad es el iQFOiL, que este año compagino con mis estudios en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Palma. Me va mejor de lo que pensaba, ya que prácticamente no estoy en Mallorca, entre viajes por competiciones y estancias de entrenos. Mis compañeros me ayudan mucho. Si consigo estar entre los 25 primeros en este Trofeo Princesa Sofía, me quedaré en el equipo preolímpico por resultados. Este es mi objetivo.

P.- ¿Te ha costado mucho adaptarte al iQFOiL?

R.- Lo que más me gustaba del Windsurf es cuando planeaba y ahora todo el rato planeo. Así que para mi el iQFOiL es la clase perfecta. Me siento muy cómodo. Siempre hay que llevar a cabo algún tipo de adaptación, pero, al final, lo importante son las horas de entreno en el agua. Para mí ha sido realmente difícil aumentar de peso. Al principio, pesaba 70 kilos, como cuando competí en mi primer mundial. Ahora estoy en 87 kilos y espero alcanzar los 95 en el año olímpico, porque así lo exige esta clase.

P.- ¿Qué sacrificios tienes que hacer por cumplir tu sueño olímpico?

R.- Estar fuera de casa, lejos de la familia y de los amigos. Ahora apenas salgo porque estoy concentrado en la competición y cuando llego a Mallorca, no me muevo de Sa Ràpita. Es mi sitio favorito. También está siendo duro el tema del peso, porque a veces estás lleno y tienes que seguir comiendo; si te pasas, duermes mal, o si comes lo que no toca o dejas de ir al gimnasio, pierdes un par de kilos.

P.- ¿Cuándo empezaste en este deporte?

R.- A los 3 años mi padre me recortó una vela para navegar en Windsurf. Estuve regateando en Optimist de los 5 a los 13 años. Justo después retomé el Windsurf sin foil y cuando iba a participar en el mundial, se canceló por culpa de la pandemia. Así que ya me pasé a la categoría iQFOiL. Mi familia está enganchada al wingfoil, al windsurf… Tanto mis padres como mis hermanos mayores, uno de los cuales me entrena a veces cuando estoy en el Club Náutico de Sa Ràpita, son muy aficionados a este deporte.

P.- ¿Tienes algún ritual antes de la competición?

R.- Me gusta tener todo a punto, tanto el material como la ropa. Hablo con una amiga muy importante para mí. Me pongo nervioso, como todo el mundo. Quien diga lo contrario es que no le atrae competir. Me gusta esa sensación, porque una parte muy importante del éxito en una regata es saber cómo gestionar los nervios.

P.- ¿A qué dedicas tu tiempo libre?

R.- Me gusta leer, sobre todo libros de psicología, y cuando tengo algún hueco, me encanta practicar kitesurf, surf, wind de olas, paddle. Si estoy más de cinco días en tierra, me estreso. En el agua consigo desconectarme de todo y concentrarme únicamente en navegar. Y cuando navego, siempre tengo presente a mi abuelo.

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