Los científicos abren la puerta a que el exoplaneta Trappist-1 b pueda tener atmósfera

Las posibles condiciones similares a la Tierra en el exoplaneta abren nuevas perspectivas sobre su habitabilidad

EFE | Mallorca, 16 de Diciembre de 2024 | 12:40h

Impresión artística de Trappist-1 b poco antes de que pase por detrás de la estrella enana roja fría Trappist-1. CRÉDITO Thomas Müller (Instituto de Astronomía Max Planck)

Trappist-1 b, uno de los siete planetas rocosos que orbitan la estrella Trappist-1, podría tener una atmósfera, según indican las últimas investigaciones del Centro español de Astrobiología (INTA-CSIC), basadas en las observaciones realizadas por el telescopio James Webb. Estas investigaciones abren nuevas posibilidades para el estudio de este exoplaneta y su capacidad para albergar condiciones similares a las de la Tierra.

EL SISTEMA PLANETARIO TRAPPIST-1 Y SU IMPORTANCIA EN LA ASTRONOMÍA

El sistema planetario Trappist-1, ubicado a 40 años luz de la Tierra, es único porque permite a los astrónomos estudiar siete planetas similares a la Tierra desde una distancia relativamente cercana. Tres de estos planetas se encuentran en la denominada “zona habitable”, lo que significa que podrían tener agua líquida en sus superficies, una condición fundamental para la vida tal como la conocemos.

Hasta la fecha, diez programas de investigación han dirigido el telescopio espacial James Webb (JWST) hacia este sistema planetario, dedicando 290 horas de observación. Los resultados de estas observaciones podrían cambiar nuestra comprensión sobre la naturaleza de Trappist-1 b.

NUEVAS HIPÓTESIS SOBRE LA COMPOSICIÓN DE TRAPPIST-1 B

Aunque previamente se pensaba que Trappist-1 b era un planeta rocoso muy erosionado y sin atmósfera, los nuevos datos obtenidos no coinciden con esa visión. Según Jeroen Bouwman, astrónomo del Instituto de Astronomía Max Planck, "la idea inicial no concuerda con las mediciones actuales, creemos que el planeta está cubierto de material relativamente inalterado".

Los resultados más recientes sugieren que la roca de la superficie de Trappist-1 b tiene una edad máxima de 1.000 años, lo que es significativamente más joven que el propio planeta, cuya edad se estima en varios miles de millones de años. Este dato sugiere que la corteza del planeta podría estar experimentando cambios drásticos debido a fenómenos como el vulcanismo extremo o la tectónica de placas.

LA POSIBILIDAD DE UNA ATMÓSFERA RICA EN CO2

Los científicos han desarrollado modelos que indican que la bruma en Trappist-1 b podría estar invirtiendo la estratificación de la temperatura de una atmósfera rica en dióxido de carbono (CO2). Este hallazgo es una sorpresa, ya que contrariamente a lo que se pensaba, existen condiciones para que el planeta tenga una atmósfera densa y rica en CO2, como lo señala Thomas Henning, director emérito del Instituto de Astronomía Max Planck y uno de los principales arquitectos del instrumento MIRI del telescopio James Webb.

EL JAMES WEBB Y EL FUTURO DE LA OBSERVACIÓN DE EXOPLANETAS

David Barrado, investigador del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), destacó que el telescopio James Webb ha demostrado ser una herramienta fundamental para caracterizar exoplanetas con un nivel de detalle impresionante. Además, estas capacidades se complementarán con nuevos satélites en órbita, como el satélite PLATO, en el que España ha invertido recursos considerables.

DIFICULTADES EN LA DETECCIÓN DE ATMÓSFERAS EN PLANETAS ROCOSOS

El equipo de investigación ha señalado que Trappist-1 b es un claro ejemplo de lo difícil que resulta detectar y determinar las atmósferas de los planetas rocosos. Las atmósferas de estos planetas son generalmente más delgadas que las de los planetas gaseosos, lo que produce firmas medibles débiles que hacen que sea complicado detectarlas, incluso con un telescopio tan avanzado como el James Webb.

FUTURAS OBSERVACIONES PARA CONFIRMAR LA ATMÓSFERA

Las observaciones realizadas hasta el momento, que proporcionaron datos sobre el brillo del planeta en dos longitudes de onda, duraron casi 48 horas, pero no fueron suficientes para obtener una confirmación definitiva sobre la presencia de una atmósfera.

El equipo de científicos espera obtener respuestas más claras mediante un enfoque adicional, que consiste en registrar la órbita completa del planeta alrededor de su estrella. Este método permitirá observar cómo se distribuye el calor en el planeta y, a partir de ahí, determinar si el planeta tiene una atmósfera. Una atmósfera eficiente ayudaría a transportar el calor del lado diurno al nocturno. Si el calor no se distribuye de manera uniforme, eso indicaría que el planeta carece de atmósfera.

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