Palma se echa a las calles en el primer día de la Fase I

Esther Ballesteros | 11/05/2020

Tras más de dos meses desde que la declaración del estado de alarma vaciase las calles y confinase a la población en sus viviendas para amortiguar los embates del coronavirus, la vida ha regresado a los barrios de Palma. Ya desde primera hora, las terrazas de los bares no tardaban en dar la bienvenida a sus primeros clientes, los comercios levantaban sus persianas, los reencuentros cautelosos se sucedían y el aroma a olíbano inundaba los aledaños de las iglesias. Es el primer día de la Fase I del plan de desescalada.

Como por ensalmo, el ajetreo es continuo en pleno centro de la capital balear. Con las medidas de distanciamiento aún vigentes, buena parte de los palmesanos caminan parapetados tras guantes y mascarillas y se saludan prudentes preservando el espacio entre ellos. Otros, sin embargo, optan por los abrazos y los besos.

"He visto a mucha gente que no respeta las medidas de seguridad. ¿Si habrá un repunte de contagios por ello? Quiero pensar que no", asevera en las proximidades de la Estación Intermodal Mary, una estudiante que, como tantos otros, ha querido madrugar para no perderse la llegada de esta nueva fase ni la oportunidad de sentarse, de nuevo, en la mesa de un bar frente a una taza de café -"cómo echaba de menos el café de bar", asegura-.

La joven se muestra sorprendida tras haber visto "a bastante gente paseando, más de la que me esperaba". Caminando por Palma comprobamos que hay zonas más abarrotadas que otras.

Pero no todos los bares han abierto: no les salen las cuentas. Sobre todo, teniendo en cuenta que las normas que regulan la Fase I impiden llenar las terrazas más allá del 50 por ciento de su aforo y que deben armarse de mamparas para garantizar la ausencia de contacto entre mesa y mesa. A muchos, sobre todo quienes más dependen del turismo o cuya clientela la conforman principalmente trabajadores de la zona, no les compensa.

En la calle Blanquerna el ambiente es mayor, en la de Olmos son numerosos los clientes que colman las terrazas instaladas entre fachada y fachada y la Plaza del Olivar se ha convertido en uno de los puntos de Palma con mayor algarabía. La imagen contrasta con la ofrecida por la Plaça Major: tan sólo un restaurante ha decidido sacar las mesas, donde varias personas disfrutan de un tentempié acompañado de unas cervezas. Se aprecia en todas las terrazas la ausencia de servilleteros, palilleros o vinagreras para evitar que estos sean manipulados por varias personas.

Es en las barriadas donde más se respiran las ansias de 'terraceo'. En Son Oliva, las tres mesas de la cafetería Tony's amanecían rebosantes. Sus propietarios, Tony y Emi, han dispuesto las pertinentes medidas de protección para facilitar la estancia de los clientes y comentan con regocijo cómo ha sido su mañana. "A primera hora ya teníamos las mesas llenas. Incluso los hay que se han pedido unas cervezas y luego se han ido a correr", relatan.

En Es Rafal, los residentes tampoco han dudado en lanzarse a la calle y a los bares. "Hay muy buenas medidas de higiene y, sobre todo, buenas separaciones", comenta Maite, una de las clientas. Sin embargo, pese a la normalidad con la que se está desarrollando la jornada, señala que un incidente ha tornado agridulce la mañana. "Una mujer mayor ha pedido entrar al baño pero no le han dejado. Al final hemos tenido que ayudarle para que pudiera orinar entre dos coches", explica.

El episodio ha generado la indignación de algunos clientes y choca, pese a las dudas generadas en los últimos días sobre si pueden o no utilizarse los aseos, con lo dispuesto el pasado sábado en el Boletín Oficial del Estado (BOE): se permite la utilización de los baños por parte de los clientes siempre que la ocupación máxima sea de una persona -salvo en aquellos supuestos de quienes precisen asistencia- y se limpien y desinfecten, como mínimo, seis veces al día.

Sobre las condiciones de los locales de restauración, el presidente de la asociación de restauradores de CAEB, Alfonso Robledo, ha reivindicado este lunes que se otorguen facilidades a los bares, cafeterías y restaurantes que abran sus terrazas para evitar que quiebren. Ha incidido, en este sentido, en la necesidad de ampliar espacios para que los establecimientos puedan operar con un margen mínimo de rentabilidad.

En cuanto a las tiendas y comercios, muchos de ellos han abierto sus puertas -al 30 por ciento de su capacidad- expectantes ante la evolución de esta nueva fase de la desescalada, pero "satisfechos" por poder volver a atender a sus clientes.

Las librerías son un ejemplo de ello. La Biblioteca de Babel, en la calle Arabí, se preparaba estos días para el ansiado regreso y, ya acondicionada, acogía esta mañana a lectores que ya habían realizado sus encargos. "Son varios los que se han acercado a la librería para llevarse sus pedidos", comentaba Jordi, uno de sus dependientes. "Ha sido un buen comienzo".

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