Acusan a una empresa de Palma de acoso laboral: "La supervisora nos gritaba, insultaba y nos seguía al baño"
Extrabajadoras del servicio de teleasistencia subcontratado por el Govern Balear señalan carencias graves en la formación y de recursos en el servicio, además de un ambiente laboral tóxico
Penélope O. Álvarez | 21/11/2024

El Govern Balear cuenta con un servicio gratuito de teleasistencia que está gestionado por las entidades Atenzia y Cruz Roja. Ambas ofrecen apoyo a personas dependientes que pueden llamar las 24 horas al día y recibir un servicio de atención permanente a través de un dispositivo conectado a una central de atención. Sin embargo, Atenzia ha sido señalada por unas antiguas trabajadoras que aseguran haber sufrido acoso por parte de superiores y señalan carencias graves en la formación y recursos del servicio que podrían poner en riesgo la seguridad de los usuarios.
DOS AÑOS DE GRITOS, INSULTOS Y PRESIONES
Vanessa, exoperadora de Atenzia, asegura haber sido víctima de acoso laboral a manos de una supervisora durante su tiempo en la empresa, en la que empezó en mayo de 2022. Según su testimonio, fue despedida tras un periodo marcado por insultos, gritos, acusaciones falsas, presiones, supervisiones desproporcionadas y humillaciones en su lugar de trabajo, a lo que se le suma una situación personal difícil.
"La supervisora nos gritaba, se acercaba a nuestras caras y nos insultaba. Incluso nos seguía hasta el baño para controlarnos", relata Vanessa. Este comportamiento ha sido corroborado por otra extrabajadora, que prefiere mantener el anonimato. Según esta trabajadora, "solo le faltaba un látigo" y agregó que la supervisora les dijo un día que eran "una panda de inútiles". También ha señalado que muchas compañeras que faltaban al trabajo debido a problemas de salud, preferían no acudir por los nervios que generaba el ambiente laboral: "cuando la supervisora estaba de vacaciones, se respiraba otro ambiente, la gente trabajaba a gusto". Sin embargo, en su opinión, "lo de Vanessa fue un acoso y derribo, la machacaron".
DESPIDOS IMPROCEDENTES
Además del acoso laboral que sufría, la trabajadora solicitó un cambio en el tipo de llamadas que atendía debido a que estaba pasando por un momento personal delicado del que prefería recuperarse antes de atender casos tan graves como intentos de suicidio o adicciones como el alcoholismo: "Yo nunca me di de baja. Informé de que no me veía capaz de llamar a personas con situaciones tan graves y pedí que por favor me quitaran a estas personas durante un tiempo para poder recuperarme, pero me dijeron que no, que me tenía que aguantar. Había compañeros que lo podían hacer, pero se negaban a quitármelas", asegura.
La trabajadora explica que, tras años soportando esta situación, un conflicto con un cliente fue utilizado como excusa para abrirle un expediente disciplinario. A raíz de este incidente, relacionado con una queja de una clienta, Vanessa informó a su supervisora de lo que había ocurrido, expresando el descontento de la usuaria. Ante esto, según cuenta, su superior le gritó delante de todo el mundo, acercándose de forma incómoda a su cara, ante lo que ella le dijo que "le dejara en paz y que dejara de acosarle". "En vez de estar contenta de que lo hubiera arreglado, me echó una bronca por hablar de más con la usuaria y además mis compañeras no me defendieron", asegura. Al parecer, la supervisora le propuso que fueran a hablar a una sala privada "que estaba insonorizada" pero la denunciante asegura que "tenía miedo de que me pegase y luego fuera su palabra contra la mía". "Yo solo quería seguir trabajando tranquilamente", añade. Aunque ella asegura no haber cometido ninguna falta, fue suspendida de empleo y sueldo durante 10 días.
La denunciante escribió una carta a la empresa contando su versión, donde aseguraba que su superior la estaba acosando desde el momento en el que había entrado a la empresa. Al poco tiempo, recibió una carta de despido disciplinario y Vanessa denunció su caso en el Tribunal de Mediación y Arbitraje de Baleares (TAMIB). La empresa acabó reconociendo la improcedencia del despido y fue indemnizada. Sin embargo, las secuelas psicológicas persisten. Un informe de su psiquiatra asegura que su previa situación personal se ha visto agravada por "comportamientos claramente catalogados como acoso laboral", empeorando su estado de ánimo: "He trabajado muchas horas sin comer, me han cambiado horarios, he ido cuando me lo han pedido. Me he portado muy bien como para recibir este trato de una persona que, además, no trabaja como los demás".
Una extrabajadora anónima también sufrió un despido improcedente. Tras una apertura de expediente por supuestas faltas de puntualidad que ella justificó debidamente, dos meses y medio después fue el motivo del despido. La empresa también reconoció la improcedencia ante el TAMIB y fue indemnizada.
Curiosamente, esta trabajadora ha asegurado que tanto ella como Vanessa se habían presentado a la vacante de supervisora junto con la persona que actualmente tiene ese cargo.
FALTA DE FORMACIÓN ESPECIALIZADA
Además de las denuncias por acoso, las exoperadoras apuntan a la falta de preparación para atender situaciones de emergencia. Vanessa destaca que el personal no recibe formación en primeros auxilios, salud mental ni manejo de crisis, a pesar de que el servicio atiende emergencias médicas: "Están jugando con las personas, no es un buen servicio, nadie sabe nada". Asegura que "no hay protocolo de actuación para salvarle la vida a alguien en pocos minutos" por lo que cada uno hace lo que buenamente puede.
Las barreras idiomáticas agravan aún más la situación. La exempleada asegura que muchas personas mayores que contratan este servicio son extranjeras, especialmente de origen alemán o inglés, pero, según cuenta, el personal no tiene los conocimientos lingüísticos necesarios para atenderlas adecuadamente. "Aquí casi nadie sabe inglés y menos alemán", afirma.
Vanessa también critica el estado de los dispositivos de teleasistencia, describiéndolos como "muy antiguos". Según su experiencia, estos dispositivos no siempre detectan caídas y, en algunos casos, "son tan viejos que incluso a veces ni se les oye cuando llaman". En este sentido, asegura que "cuando el dispositivo avisa de que la batería está a punto de agotarse, en lugar de enviar a alguien inmediatamente, agendan una llamada para dentro de una semana". "Es una irresponsabilidad", añade, "si le pasa algo a un usuario y se queda sin batería, ¿qué?".
La trabajadora anónima confirma que "nadie te forma cuando entras en la empresa, te sientan delante de un ordenador, haces unos cuestionarios y estás una semana haciendo seguimiento, después empiezas a coger alarmas". Además, según ambas denunciantes, no piden ningún tipo de estudio para trabajar como operadora en la empresa de teleasistencia.
Por otro lado, también denuncia que la empresa no respeta el plazo de 15 días de antelación para enviar los horarios: "Allí tienen la costumbre que tienen es que te daban los horarios un viernes para el lunes, con muy poca antelación". Es más, le llamaban o escribían el mismo día para venir antes, algo que ocurría a menudo: "Me llamaban a las 7 de la mañana o me enviaban un WhatsApp a ver si podía ir antes". "Me cambiaban los horarios todo el rato, no podía hacer planes porque no sabía qué turnos iba a tener esa semana", sentencia.
RESPUESTA DE ATENZIA
Ante estas graves denuncias, Crónica Balear se ha puesto en contacto con Atenzia en múltiples ocasiones, tanto a través de su número de teléfono como mediante correo electrónico. Su sede en Baleares se ha negado a atender las preguntas de la periodista, asegurando que estaba todo en manos del departamento de comunicación, del que a día de hoy aún no se tienen noticias.
El Govern Balear, por su parte, no ha contestado a las peticiones de declaraciones sobre la empresa por parte del presente medio de comunicación.