La carta desesperada de una mujer a los centros de salud de Palma por su pésima gestión en salud mental
Redacción | 04/10/2022

Qué egocéntrico es por mi parte empezar una carta hablando de mí, pero supongo que espero que en mí también te encuentres a ti.
Déjame que te tutee porque al final sí estás leyendo esto te estoy compartiendo un trozo de infierno así que qué menos que vayamos a hacerlo en confianza.
Tengo 30 años y no soy una persona ejemplar, ni parecido. He intentado toda mi vida ser la mejor versión de mí misma. Intenté ser la mejor hija, la mejor sobrina, la mejor prima, la mejor novia y amiga.
Pero aun va más allá, intenté ser la mejor alumna, la mejor asistente a terapia, la mejor compañía... aguantaría tus insultos y tus malas formas mientras vaya por delante que soy buena persona por aguantar todo y no marcharme... Y ayer a las 10:50 de la mañana toqué fondo.
Si puedes hacerte una idea de mí ya habrás visto entre líneas que tengo un importante problema de amor propio derivado de traumas de infancia y adolescencia que son socialmente aceptados como NORMALES.
El cóctel de todo esto me derivó a un trastorno mixto de la conducta alimenticia por mi, no solo mala sino que, ninguna gestión de los sentimientos y emociones y a una creencia irracional que se repite y reafirma a diario en mi cabeza: no soy importante, lo que me derivó también a un trastorno mixto de ansiedad y depresión.
El 29 de julio del 2021 con el "no soy importante" por bandera tomé muchos ansiolíticos, aunque al parecer, insuficientes para quitarme la vida, que era lo que yo pretendía y escribí a mi terapeuta que me acompañó en el proceso en todo momento y nos vimos en urgencias.
Cuando llegué a la clínica privada le conté al enfermero llorando que me había intentado quitar la vida. Sin respuesta
Entré al médico y cuando le conté lo mismo me respondió: "Y qué haces aquí, ¿En que quieres que te ayude? Vete a casa y descansa"
Nadie habló con mi terapeuta que estaba fuera.
Nadie me hizo ninguna prueba para comprobar la actividad eléctrica de mi corazón, ninguna auscultación... Nada.
Salí de ahí sintiéndome una niña que se había cortado la barbilla en lugar de las venas por llamar la atención.
Esa fue la primera vez que el sistema sanitario me falló y de ahí en adelante toda la fe que tenía en la salud se ha ido desintegrando...
En el último año habré pisado unas 15 veces las urgencias, siempre por lo mismo, ansiedad e ideas autolíticas.
Me he pegado verdaderas palizas, he faltado al trabajo por faltarme el aire a mí de tanto que he llorado, he vomitado hasta sangrar y rezo cada día de mi vida porque se me caiga el techo encima, alguien pierda el control de su vehículo y se estampe contra el mío, o tener la peor de las enfermedades terminales... Y no solo eso, también vivir con la culpa de sentir todo esto sabiendo que hay gente ahí fuera que, no solo merece sino que además está más preparado para la vida que yo y no tiene ni la mitad de mis oportunidades.
He pasado por 4 psiquiatras a cual de ellos más desagradable. Personajes que a penas te miran a la cara ni te escuchan, no recuerdan tu historial ni tu motivo de consulta, te recetan pastillas en las cantidades industriales que consideren (te inhabiliten o no, porque que pierdas tu salud social si es que te quedaba o tu trabajo no es algo que les preocupe lo más mínimo) y te recomiendan, que busques por tu propia cuenta una vía de psicoterapia.
Y todo esto, por favor, quien tenga dinero para pagar el seguro privado y las terapias individuales, como tengas que confiar en la salud pública tienes cita cada 3 meses con un psiquiatra que no pasará ni 5 minutos escuchándote.
Fuera, una enfermera que aun con la sala de espera de su Unidad de Salud Mental llena, y pacientes esperando ser atendidos colocará su cartel de "la enfermera ha tenido que ausentarse unos minutos", cogerá su chaqueta vaquera, sus gafas de Sol y se marchará por el pasillo lleno de gente con problemas variopintos diciendo sonriente a otra chica: Buen provecho!
Se está tachando públicamente a la Sanidad Española de saturación, cuando en realidad, si revisan simplemente las reseñas de los buscadores más conocidos pueden ver que el problema no es la falta de personal y recursos (que, muy probablemente, en muchos casos también) sino la falta de implicación profesional y el exceso, pero exceso con avaricia, del egoísmo que nos caracteriza como sociedad.
Y yo, créeme, soy una persona tan TAN standard, sin nada muy crítico, con problemas tan mínimos... No quiero ni pensar en padres destrozando la cabeza a sus hijos a insultos y a palizas, jóvenes o ancianos sin dinero ni herramientas para sobrellevar una situación similar a la mía, personas en la calle rogando comida, una clase de alumnos de 10 años que ya empiezan a criticarse por su cuerpo, personas que quieren cambiar su sexo, personas homosexuales que aun no saben que no están haciendo nada mal, gente que se está ahorcando, tirándose de un 6° piso, miles de bajas por depresión y ansiedad y no te hablo de lejos, te hablo de tu trabajo, de tu clase.
Así está el sistema. Información nula. Ayuda real nula.
Te hablan de la existencia de grupos de ayuda contra el TCA, para la prevención del suicidio pero esa llamada nunca llega, no hay un guía, no hay un folleto informativo sobre dónde o cómo moverte, no hay NADA.
Carteles y teléfonos que suenan y suenan pero jamás te cogen con el título: TE PODEMOS AYUDAR. Que no es, si quiera, una pregunta es una afirmación TE PUEDEN AYUDAR, pero... ¿Por qué no te ayudan?
Sin orientación, sin una buena atención al paciente, sin seguimiento, sin esperanzas...
Y mientras en la calle colgados los carteles de los miles de euros invertidos en arreglar un edificio, añadir un segundo carril bici en la misma puta calle, montar 20938 rotondas nuevas, gente regulando la temperatura de los aires acondicionados pero no hay NADIE reclamando la necesidad de todo esto?
No puede haber médicos en urgencias que te reciban por un intento de suicidio diciéndote: no, no creo que te quieras suicidar.
No puede haber psiquiatras que te cobren 120 euros por sesión que te digan: si tu medicación te hace efecto rebote y quieres suicidarte con más fuerza tienes que darle más tiempo.
No puede ser que los médicos no te atiendan.
No puede ser que te pregunten en tu tercera sesión que si tienes problemas de vómitos cuando tu motivo de consulta es expresamente bulimia.
No puedes ir al médico y que la doctora te diga que te tomes este ansiolítico que además te hará adelgazar y estarás hecha toda una vedette.
No puede ser que vayas a urgencias pediátricas y te tengan 50 minutos esperando ante una puerta vacía porque entre turnos hay 40 minutos en que no se atiende a nadie.
No puede ser que vayas e ingreses en 2 hospitales diferentes por la negligencia de no realizar ninguna prueba porque se pasan el caso entre médicos con distintas teorías completamente subjetivas.
No puede ser que las redes sociales sean hoy una plataforma de denuncia más eficaz y amplia que los propios centros a los que acuden los familiares con los niños a los que han humillado, vejado, violado o pegado.
No puede ser que se le hable a la gente como a animales.
No puede ser que los médicos te digan que tú solo tienes derecho a llorar si se han muerto tus padres.
No puede ser que haya 127 reseñas negativas de un centro de salud mental con palabras clave como: es una vergüenza, reina la falta de empatía, trato intolerable y no se haga NADA.
Que exista una hoja de reclamaciones en un supermercado, en una tienda de ropa o de gafas, con gente que tiene que dar la cara, con gente que no puede merendar, ni comer, ni siquiera algo tan primario como orinar, sin dejar sus puestos cubiertos y sea tan difícil que alguien escuche y soluciona todo lo que está sucediendo en la salud y sin hacer ningún trabajo de investigación extenso, simplemente teclee el centro de salud (no importa privada o pública) que quiere conocer y disfrute de la radiografía que le ofrece nuestra amplia gama de desastres. No puede ser...
Atentamente y, créame, sin ninguna intención de que cambie nada, porque ya no creo en la medicina y mucho menos en que alguien me escuche antes de que sea yo la que me tire de un sexto: Silvia Cano Suasi.