Se revela el alcance del impacto humano en la vida vegetal del planeta

Redacción | 30/04/2021

Isla de Santo Antao en Cabo Verde - Sandra Nogué

El ritmo de cambio de la vida vegetal de un ecosistema aumenta de forma significativa durante los años posteriores al asentamiento humano, y los cambios más drásticos se producen en lugares asentados en los últimos 1.500 años.

Un equipo internacional de investigación estudió polen fosilizado de hace 5.000 años, extraído de sedimentos de 27 islas. El análisis de los fósiles les permitió comprender la composición de la vegetación de cada isla y cómo cambió desde las muestras de polen más antiguas hasta las más recientes.

El estudio ha sido dirigido por la doctora Sandra Nogué, profesora de Ciencias Paleoambientales de la Universidad de Southampton (Reino Unido), y el profesor Manuel Steinbauer, de la Universidad de Bayreuth (Alemania) y la Universidad de Bergen (Noruega). El estudiante de doctorado Álvaro Castilla-Beltrán también formó parte del equipo de Southampton.

La doctora Nogué explica que "las islas constituyen el entorno ideal para medir el impacto humano, ya que la mayoría de ellas fueron colonizadas en los últimos 3.000 años, cuando los climas eran similares a los actuales. Saber cuándo llegaron los colonos a una isla significa que los científicos pueden estudiar cómo cambió la composición de su ecosistema en los años anteriores y posteriores", resalta.

Los resultados, publicados en la revista 'Science', mostraron un patrón consistente en 24 de las islas en las que la llegada de los humanos aceleró la rotación de la vegetación por, de media, un factor de once. Los cambios más rápidos se produjeron en las islas de colonización más reciente, como las Galápagos, habitadas por primera vez en el siglo XVI. Las islas a las que llegaron los humanos hace más de 1.500 años, como Fiyi y Nueva Caledonia, experimentaron un ritmo de cambio más lento.

"Esta diferencia en el cambio podría significar que las islas pobladas antes fueron más resistentes a la llegada de los humanos, pero es más probable que las prácticas de uso de la tierra, la tecnología y las especies introducidas por los últimos pobladores fueran más transformadoras que las de los primeros", explica la doctora Nogué.

Las tendencias se observaron en toda una serie de ubicaciones geográficas y climas, con islas como Islandia que obtuvieron resultados similares a los de Tenerife y otras islas tropicales y templadas.

Los cambios en los ecosistemas también pueden deberse a diversos factores naturales, como terremotos, erupciones volcánicas, condiciones meteorológicas extremas y cambios en el nivel del mar. Sin embargo, los investigadores han comprobado que las perturbaciones causadas por el hombre superan a todos estos fenómenos y el cambio suele ser irreversible.

Por ello, aconsejan que las estrategias de conservación tengan en cuenta el impacto a largo plazo de los seres humanos y el grado en que los cambios ecológicos actuales difieren de los de la época prehumana.

"Aunque no es realista esperar que los ecosistemas vuelvan a sus condiciones anteriores al asentamiento, nuestros hallazgos pueden ayudar a orientar los esfuerzos de restauración y proporcionar una mayor comprensión de la capacidad de respuesta de las islas al cambio", concluye la doctora Nogué.

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