La sobrecarga y la precariedad en Atención Primaria impiden detectar conductas suicidas en los pacientes

EP | 30/11/2021

GRUPO REY ARDID

Ante la alta prevalencia de suicidio, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) reclama más tiempo de consulta en los médicos de Atención Primaria (AP), y que se impulse formación y actualización en esta materia para contribuir a la detección y prevención de la conducta suicida.

"Hay patologías que se podrían abordar mucho mejor si se impulsaran medidas contra la precariedad imperante en la gestión de las agendas, para multiplicar la continuidad, la longitudinalidad y el tiempo de consulta por paciente", señala el presidente de la semFYC, Salvador Tranche.

"Los datos indican que AP tiene potencial para ser un extraordinario punto de detección y prevención, pero la realidad es que el mayor problema con que se encuentran los sanitarios tiene que ver con la sobrecarga asistencial, la precariedad y la fractura de la longitudinalidad, que les impide contar con el tiempo suficiente para llevar a cabo entrevistas clínicas en las que sea posible profundizar en lo que le ocurre al enfermo y detectar los factores de riesgo", lamenta Tranche.

En ese sentido, las médicas de familia Ana Peral Martín y Rocío García-Gutiérrez Gómez, expertas en conductas suicidas, abogan por el impulso de la formación y la actualización como respuesta a esta necesidad asistencial.

"La AP es un medio ideal para la detección precoz de factores de riesgo de suicidio y para valorar al paciente que acude con ideas de suicidio o bien se sospecha que puede haberlas (por ejemplo, si acuden con cuadros de depresivos)", afirman. Para Peral Martín y García-Gutiérrez, esta idea se basa en el hecho de que "casi la mitad de las personas que había intentado suicidarse había visitado a su médico de familia el mes anterior al intento, frente al 20 por ciento que visitó a especialistas hospitalarios".

Según las médicas de familia "solo un tercio de los suicidas habían contactado con salud mental en el año previo al fallecimiento, mientras que tres de cada cuatro víctimas de suicidio lo había hecho con su médico de AP". Y añaden que "las personas que se suicidan visitan tres veces más a su médico de AP comparado con otros pacientes no suicidas".

CÓMO RECONOCER UNA CONDUCTA SUICIDA

Para reconocer una conducta suicida, es importante contar con la formación adecuada, entre otras cosas porque muchos pacientes no consultan por síntomas psicológicos, aunque presenten una depresión primaria o secundaria. "El 69 por ciento de los pacientes con depresión sólo comunican síntomas somáticos como fatiga, anorexia, dolor inespecífico. Y el 93 por ciento tiene al menos un síntoma doloroso", afirman las dos doctoras.

La ventaja de la detección en AP es que desde este nivel asistencial es posible iniciar "la prevención y el tratamiento de la psicopatología subyacente", comentan las sanitarias, quienes además remarcan que también se puede realizar la coordinación con atención especializada.

"Los médicos de familia pueden tomar decisiones para derivar al paciente a las instituciones adecuadas. Si hay ideación suicida reiterada u organizada se hará derivación del paciente a urgencias o a un centro de salud mental. Pero también podemos informar a los familiares del riesgo suicida y de la necesidad de supervisión, así como de los pasos a seguir en caso de no observar mejoría", añaden Peral Martín y García-Gutiérrez.

FACTORES DE RIESGO

Tal y como ponen de manifiesto desde la SemFYC, la AP es el mejor nivel asistencial para la detección, prevención y tratamiento de actitudes suicidas, debido al conocimiento que tienen los médicos de familia tanto de los pacientes como de los factores de riesgo, fácilmente detectables en una consulta de calidad.

La clave de los factores de riesgo es que "nos pueden hacer saltar las alarmas en ciertos pacientes. Eso nos lleva a sospechar para preguntar y así prevenir". Estos pacientes pueden dividirse en crónicos, que conforman los grupos de alto riesgo; y los agudos que crean situaciones de alto riesgo.

En cuanto a los factores de riesgo crónicos, estos son: intento previo de suicidio; trastorno depresivo o bipolar; trastorno por consumo de sustancias; esquizofrenia; trastorno de ansiedad; antecedentes familiares; eventos negativos durante la infancia; aislamiento / vivir solo; desempleo; hombre mayor y enfermedad somática (con mayor riesgo cuando hay cronicidad o dolor crónico, discapacidad, desfiguración o enfermedad terminal).

Por otro lado, los factores de riesgo agudos son: episodio depresivo grave; agitación, ansiedad e insomnio; desesperanza; comorbilidad; consumo de sustancias, enfermedades somáticas graves; alta hospitalaria; estresores psicosociales, como pérdida de seres queridos y problemas financieros.

Por último, también juegan un papel importante los factores sociodemográficos. En cuanto al género, predomina el suicidio consumado en sexo masculino y en grado de tentativa, en sexo femenino. El riesgo aumenta con la edad, siendo más vulnerables las personas de más edad. Tienen mayor riesgo solteros, viudos, separados y divorciados.

También aumenta el riesgo al vivir solo, la pérdida reciente de un ser querido y el fracaso en una relación afectiva en el último año. También hay más riesgo en desempleados, especialmente si hay dificultades económicas añadidas, así como en profesionales con acceso a métodos letales.

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