Diario de una pesadilla: "Mi madre ingresó en la UCI por COVID sin esperanzas de sobrevivir"

Redacción | 07/02/2021

Imagen de archivo

Mi nombre es David Bueno y os quiero relatar la experiencia que nos ha tocado vivir a mi familia y a mí. Mi madre, Conchi, de 61 años, no tenía ningún tipo de afección previa. Pese a sus precauciones, que no fueron pocas, el pasado día 3 de septiembre comenzó a tener fiebre y a encontrarse indispuesta. Al día siguiente fue atendida por teléfono por el IbSalut, le hicieron una PCR y resultó positiva por COVID.

Todos nos hicimos PCR: mi padre, que vive con ella, mi hermana, su marido, sus dos hijos y yo. Todos dimos negativo. En cambio, a los dos días mi madre dejó de tener fiebre y empezó a tener vómitos, pero remitieron con las pastillas. Un día después tuvo dolor lumbar, pero también remitió con calmantes. Los dos días siguientes los pasó sin síntomas, al margen de mucho cansancio, que atribuíamos a que había comido muy poco esos días.

En la mañana del 9 de septiembre, mi hermana decidió ir a verla. Ella se quedó en el coche y mi madre se asomó al balcón. Era imposible imaginar lo que iba a suceder... Mi hermana, preocupada por lo agotada que veía a mi madre, alrededor de las 15:00 horas la llamó para ver cómo estaba. Mi madre no respondió al teléfono. No era raro, ya que dormía mucho. Pero mi padre se asomó a verla, y ahí empezó la pesadilla.

Mi padre no consiguió despertarla y respiraba con mucha dificultad. Mi hermana reaccionó con rapidez, llamó al 061 y después me llamó a mí. En pocos minutos llegó la ambulancia y se la llevó. Tuvimos que esperar hasta pasadas las 20:00 horas para recibir noticias por teléfono, además estábamos en cuarentena por contacto directo.

Me contaron que había llegado consciente pero con la saturación de oxígeno muy baja. La sedaron y la intubaron. Su saturación era tan baja que su función renal estaba comprometida; además de la pulmonar, algo muy grave. Tuvimos que esperar hasta el día siguiente, pasadas las 14:30 horas (mientras que las horas de información a familiares son las 13:30 y las 20:30 horas, salvo que algo vaya muy mal y te llamen a cualquier hora), para recibir información. Todo ese tiempo estuvimos permanentemente atentos al teléfono, sin apenas dormir y con mucha ansiedad. Cualquier llamada de un número desconocido me acongojaba y me dejaba sin aliento.

Su saturación era tan mala y sus pulmones estaban tan graves que la tuvieron que pronar (poner boca abajo) para ver si así la mantenían estable. Por suerte, pareció funcionar. Sin embargo, durante los días siguientes, su estado no mejoraba y apenas aguantaba unos minutos en supino (boca arriba) y enseguida había que girarla. Su función renal seguía comprometida y sus pulmones muy graves, pero permanecía estable en ese estado.

El día 14, me permitieron por fin ir a visitarla. A las 13:00 horas ya estaba en el lugar que me indicaron, y no tardó en salir una doctora preguntando por algún familiar con un documento en la mano. Tras explicarme su situación -extremadamente grave-, me dijo que tenían que ponerle un ECMO, es decir, una membrana extracorpórea que filtraba su sangre y se la devolvía oxigenada. Tras la intervención, habría riesgos de infecciones, trombosis (por lo que le suministraban anticoagulantes que suponían un riesgo de sangrado masivo en caso de cualquier lesión) y muchas otras cosas que daban mucho miedo.

Pero, obviamente, firmé el consentimiento. Me explicó que es lo único que podían hacer por ella, que eso le daría tiempo para que sus pulmones mejoraran y fueran compatibles con la vida, que en ese momento distaban mucho de serlo. Durante los días siguientes, gracias a este procedimiento, su función renal se restableció, pero sus pulmones seguían igual. Sin embargo, poco después empezó a empeorar, pues se ha infectó con una bacteria de UCI. Tuvieron que aumentar el respirador al 100% y el ECMO.

Empezaron con un tratamiento con antibiótico de amplio espectro, tras el resultado de los cultivos extraídos de sus pulmones con el antibiótico específico. El tratamiento duró 14 días, durante los que se podía hacer poco más que mantenerla estable. Esos días los vivimos con angustia, cada día recibiendo la misma información de que no mejoraba, con la idea de darle corticoides para tratar de bajar la inflamación tan masiva en sus pulmones que el maldito COVID había provocado.

Esta intención se vio truncada a los dos o tres días por una nueva bacteria que obligó a repetir el mismo proceso. Yo, en mi desesperación, traté de encontrar soluciones, usando buscadores con la esperanza de hallar algún tratamiento o intervención.

Contacté con el mejor cirujano torácico de España para saber si sería viable un posible trasplante. Me alentó a confiar en sus médicos y me aseguró que en el estado que se encontraba era muy inviable realizar un trasplante. Además, era imposible acelerar en cualquier modo su recuperación.

Estábamos en manos de sus médicos y de las ganas de vivir de mi madre. Decidí coger vacaciones en mi trabajo porque me temía acontecimientos catastróficos en los siguientes días y no quería dejar sola a mi familia. El peor día de mi vida llegó en el décimo día de ese tratamiento, en el primer día de estas vacaciones. Era el 13 de octubre, ya llevaba un mes y cinco días en UCI, sedada, intubada, un mes con ECMO.

Desde que acabó su cuarentena, era mi hermana la encargada de ir a mediodía a verla y a recibir información, pues yo trabajaba y para ella es un bálsamo verla aún en su estado y conectada a tanta máquina. Ese día, como empecé mis vacaciones, la acompañé. El médico, al saber que también estaba yo, decidió informarnos en una sala destinada a esto. Nosotros estábamos tranquilos, llevaba 10 días de tratamiento y no había empeorado. Pero el médico nos dio un terrible mazazo.

Nos aseguró que sus pulmones son irreversibles, y si en este tiempo no ha mejorado no lo va a hacer. Nos dijo que en los siguientes días se iba a empezar a apagar hasta finalmente fallecer. Nos aconsejó desconectar las máquinas para no alargar lo inevitable. Saqué fuerzas de donde no las hay y le digo que no, que faltaban por darle los corticoides, que de todo ese tiempo que llevaba en UCI la mayoría había sido perdido luchando contra las dos infecciones y después del tratamiento, del que quedaban cuatro días, le empezaran a suministrar los corticoides.

Lo único que tenia afectado eran sus pulmones, y si ella no se rendía no lo íbamos a hacer nosotros y mucho menos los médicos. Lo consideraría una traición hacia ella y no podría vivir con ese sentimiento. Después de pasar la peor tarde de mi vida recibí una llamada del hospital. Aterrado, cogí el teléfono. Era este mismo médico, que enseguida me dijo que no ha pasado nada malo para tranquilizarme.

Me dijo que tras hablar con el resto del equipo médico, dado que solo tenia afectados los pulmones y tenían la infección controlada le iban a empezar a suministrar los corticoides al día siguiente. Nos aseguró que no iban a funcionar, pero querían agotar todas las opciones posibles. Esto arrojó esperanza (que nosotros en ningún momento perdimos) a la situación.

En los dos siguientes días no hubo cambios relevantes en su estado, hasta que en el tercero empezó a mejorar. Por fin, después de mes y medio veíamos una mejoría en su estado. Sus pulmones estaban reaccionando de manera positiva a un tratamiento. Además, dio negativo en COVID. Pudimos empezar a entrar para estar con ella, hablarle aunque esté profundamente sedada, cogerle la mano, llorar a su lado y enviarle fuerzas.

Durante esos días conocimos a Jon, el médico que más trataría con nosotros y lucharía con todas sus fuerzas por sacarla adelante, sin desmerecer a sus compañeros. En los siguientes días fue mejorando muy lentamente, pero siempre en la buena tendencia. Pese a las buenas noticias, Jon nos reunió a mi hermana y a mi para contarnos que lo mas probable es que no acabara bien.

El porcentaje de fallecimiento en la afección que le había dejado el COVID a mi madre (SDRA) supera el 60% y tenía una dura batalla por delante. Parece un dato muy desesperanzador si piensas que en un infarto es un 5% o 6%, pero yo veía que hace solo unas semanas era un 0% de posibilidades de salvarse y ahora es nada menos que un 40%. Mucha esperanza y fuerzas para continuar.

En mi desesperación por ayudarla y darle un empujón para que mejore, contacté con un especialista reputado que mi hermana había visto en televisión, me animó a seguir teniendo fe en los profesionales que la asistían. Lo cierto es que hasta el momento, pese a los altibajos, estaban manteniendo con vida a mi madre, y sus decisiones habían llevado hasta los siguientes acontecimientos.

El 18 de octubre nos dijeron que su mejoría empezaba a ser notable, los corticoides estaban funcionando y sus pulmones empezaban a bajar su inflamación. Ellos también empezaron a tener más esperanza y se plantearon muchas soluciones para evitar una nueva infección, que hubiera sido fatal.

Cambiaron las cánulas del ECMO y piensan en hacer traqueotomía, una maniobra arriesgada al tener los anticoagulantes, por lo que al final decidieron esperar para dar este paso. Durante los siguientes días, al ritmo en que ella mejoraba, iban bajando el ECMO y haciendo trabajar más al respirador. Con la intención de retirar ese ECMO que había, sin lugar a dudas, salvado su vida.

Pero también le había ocasionado dos infecciones, por lo que la misión era retirarlo lo antes posible para que no volviera a tener una nueva infección. El día 29 de octubre, decidieron que iban a retirar el ECMO con urgencia. Habían detectado una infección en la sangre y les asustaba que la misma volviera a atacar sus pulmones. Pensaban que estaba preparada, pues llevaba días en una buena tendencia.

La intervención fue un éxito y hubo que esperar a ver cómo evolucionaba en los siguientes días. Estremecía saber que su soporte vital durante mas de dos meses ya no estaba ahí para suplir a sus maltrechos pulmones, pero al mismo tiempo nos ilusionaba ver que dejaba de necesitarlo.

Pasaron los días y lo soportaba de manera aceptable, además seguía en una buena tendencia a mejorar. La misión en las siguientes semanas es ir reduciendo el suministro del oxígeno en el respirador, que en esos momentos estaba al 100%. Fueron pasando más días y paulatinamente consiguieron bajar el respirador poco a poco. 80%, 70%, 50%.... Todo parecía desarrollarse de manera positiva.

Indagando, descubrí que se han realizado ensayos con células madre para tratar la inflamación del SDRA y decidí ponerme en contacto con uno de los laboratorios que participaran en los estos ensayos. Me comentó la directora médica que la idea era suministrarlo en los primeros días y ella lleva demasiados días con esta afección. Me comentó que podrían plantearse su uso compasivo si no avanzara. Puse a Jon y a la directora en contacto y Jon me desaconsejó el uso de este tratamiento por diversas razones y decidimos escucharle, tenían nuestra confianza al 100% con ellos.

El día 17 de noviembre, decidieron que estaba preparada para hacer traqueotomía. Esto iba a hacer que su boca permaneciera cerrada y sus garganta y cuerda vocales dejaran de sufrir el castigo del tubo constantemente introducido. Por causas ajenas a su estado, y debido a que en esta segunda ola no hay confinamiento, resultó imposible realizarla, no conseguían tener libre el quirófano. Además del COVID, hay accidentes que se suceden a diario.

Pero el día 20, al fin, consiguieron realizarla y de nuevo fue un éxito. Saturaba bien el oxigeno en sangre con el respirador al 50%. El día 21 de noviembre, consideraron que estaba preparada para avanzar y empezaron a retirar sedación con la intención de ir dándole autonomía con el paso de los días y de este modo acabar retirando el respirador. Eran días de mucha ilusión, teníamos muchas ganas de verla despierta y poder hablarle.

Día 23 de noviembre. Tras tantos días sedada le costó un par de días volver en sí y empezó a atendernos, mi hermana consiguió hablar con ella y obtener respuesta con afirmaciones y negaciones con la cabeza y que se despidiera tirándole un beso. Un bálsamo como pocos tras lo que habíamos vivido hasta ahora. Día 25 de noviembre. Su avance se vio frenado, se había fatigado mucho y se había puesto muy nerviosa. Hubo que sedarla nuevamente, le subieron el respirador al 80%. Muy desalentador.

En los siguientes días, Jon nos informó y no fue muy optimista con su estado, volvió a remitirnos a sus afirmaciones de que lo más probable es que esto no acabara bien y tras la retirada del ECMO pensaba que se ha estancado nuevamente, pero que iba a luchar por ella y mientras ella aguante seguiría intentando todo lo posible. Nosotros no nos rendimos, nunca, ¡jamás! Jon y sus compañeros tampoco, y por supuesto mi madre tampoco.

Día 30 de noviembre. Volvía a tener su respirador al 50%, una infección en la mucosa que tienen controlada, y en unos cinco días tienen pensado volver a darle corticoides. Este tratamiento ya funcionó anteriormente y podía ser el empujón que ella necesitaba para avanzar. El día 2 de diciembre, empezaron a suministrarle los corticoides y a bajar de nuevo la sedación.

Querían intentar de nuevo darle autonomía, esta vez de manera más paulatina, al ritmo que su estado fuera marcando. El día 4 de diciembre, por primera vez el respirador al 40% y un gran optimismo por parte de Jon y el resto de sus compañeros. Ya estaba bastante despierta y se reía con nosotros, respondía a todo y era bastante consciente de todo. Intentaba preguntarnos cosas, algunas las entendíamos y otras no. Ella se reía mucho y estaba con una actitud positiva. De nuevo la ilusión y la esperanza estaba alumbrando con fuerza en nuestras vidas.

El día 7 de diciembre, parecía que los corticoides la habían hecho mejorar mucho, alternaba horas con y sin respirador para ver como se defendía sola y rehabilitar sus pulmones pero sin fatigarla. Aguantaba muy bien saturando al 100% en sangre. El susto de nuestro padre fue cuando ese mediodía mi hermana me comentó que por la noche mi padre no iría a verla porque le dolía la espalda, cosa que me extrañó mucho ya que con lo bien que estaba mi madre sus visitas eran un regalo. Decidí llamarlo yo y hablarle muy mal, a regañadientes me confesó que no estaba bien y le pedí a mi hermana que lo llamara. Podía ser que lo acabara de despertar y sin su dentadura hablara así.

Mi hermana me confirmó que mi padre no estaba bien y llamó al 061. Al llegar mi hermana a su casa, lo encontró en el suelo, consciente pero aturdido y casi al mismo tiempo llegó la ambulancia y después yo. Parecía un ictus, por lo que el equipo de la ambulancia lo trasladó a Son Llàtzer. Tocaba esperar para que nos cuenten la situación. Había un trombo en una arteria de su cerebro que obstruía el paso de sangre pero no del todo, hay flujo; por lo que había que intervenirlo de urgencia en Son Espases (el mismo hospital en el que estaba mi madre).

Iban a introducir un catéter por su ingle hasta su cerebro y retirar el trombo. Tres horas después nos informaron de que la intervención había ido bien y estaría unos días en observación. No ganábamos para sustos, pero se encontraba bien y nos quedamos con ese dato positivo. Al final se recuperaría del todo y está haciendo rehabilitación en su brazo y pierna izquierdos, que nos aseguran recuperará del todo.

El día 9 de diciembre, empezaron a hacerle rehabilitación física, la iban sentando en una butaca para fortalecer su espalda y cada vez estaba mas tiempo sin respirador. El 13 de diciembre, llevaba 72 horas sin respirador y tenían pensado en las siguientes 72 horas retirar la traqueotomía dejando un pequeño tubo en su lugar por precaución, seguir con su rehabilitación. Los primeros días de rehabilitación fueron duros para ella, le dolía la espalda al estar sentada, pero ayer ya lo llevaba mejor.

La iba a ver un fisioterapeuta desde hace unos días y le daba movilidad a sus brazos y piernas. Iba cogiendo fuerzas y llevaba todo con ilusión y optimismo. Parecía que estábamos en la recta final y esta pesadilla acabaría bien.

Mi madre lleva desde el día 23 de diciembre en planta, ha evolucionado a mejor de manera espectacular. Respira de manera independiente con sólo la ayuda de una mascarilla, come sólido, bebe, ya aguanta mucho tiempo sentada y la van poniendo en pie. Cuando sus pulmones estén del todo recuperados (va en el buen camino) la ingresarán en Sant Joan de Déu para seguir con su rehabilitación física. Todo está encauzado y esta historia va a acabar con final feliz.

Por favor, tomad esto del COVID muy enserio. Mi madre tomaba todo tipo de precauciones y era muy insistente con nosotros en que también lo fuéramos y al final lo cogió y casi acaba con ella. No le deseo esta angustia a nadie. Depende en gran parte de nosotros que todo esto acabe lo antes posible, protegeos y protegednos a los demás. Es lo único que nosotros podemos controlar y es a la vez lo mas importante.

Mis agradecimientos al equipo de UCI del hospital Son Espases, por devolverme a mi madre, cuidarla y no rendirse con ella aún teniendo en contra, tomando decisiones que al final la salvaron, nunca podré agradecerles lo suficiente, me siento en deuda con ellos. Con mención especial al doctor Pérez Bárcena (Jon) que le fue dando empujones con esas decisiones y nunca desistió. A nuestra familia y amigos por el apoyo. Y una mención especial para los suegros de mi hermana, que han sido increíbles y han estado con ella en todo momento.

David Bueno Salvador, Llucmajor

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Comentarios

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  • Teresa - 21 de Febrero de 2021 a las 15:25
    Mi padre está en una situación muy parecida, 61 años, 3 semanas intubado, sedado, con una ECMO conectada....y para colmo hoy nos han informado que ha cogido una bacteria también. Tengo todas mis esperanzas puestas en que con ayuda de los profesionales sanitarios, siga luchando igual que siempre ha hecho y derrote a esta maldita enfermedad.
    Una historia realmente conmovedora, pero nunca para vivirla en primera persona.
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  • Carmen - 07 de Febrero de 2021 a las 19:25
    La noticia da una dosis de esperanza en el caso del Covid y una edad avanzada, al tiempo que nos habla de estado de salud y emocional de los familiares directos.
    También agradece a los equipos médicos su actuación en momentos límite.
    Celebremos que la noticia queda cerrada con un final feliz y seguro que prolongado.
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  • Lancelot - 07 de Febrero de 2021 a las 18:24
    Menudo tostonazo , no veas el palizón que habéis pegado, madre mía
    Parece una película de Antena 3 que parece que no se acaba nunca
    Articulo realnente soporifero, narcótico
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