¿Son inconvenientes las visitas a la reciente madre en el hospital?

Ana M Longo | 22/02/2020

Antes de dar a luz la reciente madre debe pensar en muchos detalles y cuestiones que solucionar y tener presentes. No solo importa la bolsa para llevar al hospital, la elección de la epidural o quién acompañará durante el proceso hasta el nacimiento del bebé. Es importante y muy necesario hablar de las visitas posteriores al alumbramiento en la habitación del hospital. A muchas madres les parecen inconvenientes. Exponen que no desean recibir a gente de fuera de su círculo íntimo. Sin embargo, otras desean la máxima atención y compañía posibles.

Todo el mundo quiere conocer al recién nacido y felicitar a la madre en el hospital. Llevar flores, pañales, peluches o globos se convierte en algo frecuente entre amigos y familiares. La gente decide ir para mostrar a madre e hijo su cariño ante el acontecimiento. Anunciar el momento del nacimiento moviliza al entorno de la familia que, sin casi pensárselo, pone rumbo al centro hospitalario. Pero cabe decir que todo puede resultar agobiante y extenuante para los padres en un primer momento.

La madre recibe visitas en el hospital

La madre acaba de dar a luz. Está agotada y con el único deseo de tener a su bebé en brazos y disfrutar con su pareja. En ocasiones se habla del tema de las visitas con anterioridad al ingreso hospitalario. La mujer puede manifestar que no desea recibir a gente mientras esté ingresada y prefiere que se haga de un modo gradual durante el proceso de recuperación y asimilación del nuevo rol.

Las visitas se producen con motivo de conocer al bebé y acompañar a la madre. No obstante, pueden resultar incómodas para los progenitores. Sin ánimo de perjudicar a la madre la gente acude con ilusión. Pero, no alcanzan a ver que acaba de salir de una seria intervención: parto vaginal o cesárea, con los dolores posteriores y sin obviar las horas de estrés y cansancio previas.

Pueden utilizarse frases que no sean muy hirientes. Como decir que se necesita dormir y descansar, que es el momento de darle el pecho/biberón o cambiar al niño. Decir que acompañado se pone nervioso, lo mismo que una misma. O bien apostar por recomendar a las personas de confianza y allegados que avisen antes de ir al hospital para poder prepararse. Con tacto se puede decir lo que una siente sin ofender. Pero, apostando por la tranquilidad y la protección de los primeros instantes de la reciente madre con el hijo, tan importantes y que quedarán para el recuerdo.

El descontrol hormonal

Tras ser madre la mujer experimenta un serio desarreglo hormonal que continúa el proceso del embarazo, donde ya no se encuentra emocionalmente estable. Sumado a la alegría por tener al bebé con ella, la reciente madre necesita procesar la situación que acaba de vivir. En la habitación la madre se verá en una situación poco deseada: sudada, sangrando, dolorida, sin asear… Debe lidiar con constantes besos y abrazos, charlas y risas en un tono elevado.

Aunque haya pocas personas, existen miradas un tanto perturbadoras en el cambio del pañal, cuando la madre necesita ir al lavabo y se siente hecha un guiñapo. Incluso al ser atendida por las auxiliares médicas o si se produce la lactancia. Se suceden fotos en todo momento coger al bebé en brazos y escuchar consejos y opiniones de madre y suegra un tanto fuera de lugar: “No lo cojas así. Agárrale la cabeza. Mi hijo se enganchó al pecho desde un principio. A lo mejor no tienes leche”. Y llega la matrona: “No le abrigues tanto. Se va a acalorar. Hay demasiado ruido en la habitación”.

Todo ocurre ante el desconcierto y la inseguridad de la madre. El padre que mira cómplice a la madre hace gestos de angustia y ambos sonríen –para agradar- como si no pasase nada. Pero se sienten abrumados y agotados. No quieren herir a nadie pero consideran inconvenientes algunos momentos. Sí resultará reconfortante y de alivio el recibir mensajes vía whatsapp, que siempre podrán leerse cuando uno se encuentre con ánimos.

Personas inconvenientes en la habitación

 La reciente madre y el hijo son lo primero. Necesitan descansar y vivir sus primeros momentos juntos. La madre puede sentirse violentada cuando en esos primeros minutos cogen a su hijo, le cambian el pañal o lo consuelan. No debe tener apuro en decir que no se encuentra cómoda y que desea intimidad para dar pecho, alimentar a su bebé con biberón o dormir un poco.

 Deben tenerse en cuenta las necesidades de progenitora y bebé. Probablemente no quiera disgustar a la gente que se ha molestado en ir a visitarla. No obstante, debe poder mostrar sus sentimientos y exponer sus opiniones. Si no se encuentra a gusto o se está incomodando debe hablarlo con su pareja o familiar más cercano y hacérselo saber. De este modo será oportuno que las personas que se encuentren en la habitación la dejen a solas con su bebé.

Comunicar con antelación -o delegar en la pareja- el interés en recibir visitas en el hospital prevendrá situaciones incómodas. Avisar que la preferencia es que acudan unos días más tarde (el momento idóneo es al mes) y que se teme cómo serán las horas posteriores al parto, facilitará que las personas no se sientan rechazadas. Tras el parto comienza el aprendizaje y debe respetarse el afianzamiento del vínculo entre los padres y el bebé.

Salir del centro hospitalario

Días después de abandonar el hospital los padres se organizan mejor con el bebé y no se encuentran tan desbordados. Han establecido unos horarios, conocen mejor al bebé y la madre se encontrará más recuperada. Las visitas pueden ser breves y en un entorno más amable -minimizando el impacto en el pequeño-, tomando un café o dando un paseo. Incluso si un día la madre no se encuentra bien puede anular la cita.

Pasadas unas semanas las visitas no son tan inconvenientes. La reciente madre se encuentra más segura y fuerte a nivel físico y anímico y el bebé también. No se crea ese ambiente denso y cargado con mil voces, flashes, gente tocando al bebé –algunos con catarros y otros habiendo fumado previamente-. Los comentarios y juicios no se recibirán del mismo modo, cuando todo se toma más al pie de la letra. Los padres han decidido nuevamente de un modo acertado cuándo y cómo hacerlo.

Ahora es tiempo de disfrutar con el hijo y pensar en la familia que acaba de construirse. Es normal querer satisfacer los deseos de la gente que nos rodea, de amigos y familiares que siempre están ahí. Sin embargo, el bebé y sus necesidades son la prioridad. Los padres están viviendo una situación compleja y han de centrarse completamente en ella. El apoyo es positivo. No así el agobio y la obligación.

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